Cierto es que tanto Vigo, como Pontevedra o A Coruña pueden presumir -y con razón- de clima benigno y playas para todos los gustos. Ourense, sin embargo, ofrece su mejor versión con la llegada del otoño, el verano indio y una naturaleza en la que uno de los reyes es, sin duda, el castaño. Y de esto, de castaños, pueden presumir, y mucho, los concellos de Vilariño de Conso y de Manzaneda.
Así los destaca Antonio Rigueiro Rodríguez, cate3drático emérito de la Escola Politécnica Superior de Enxeñaría de la Universidad de Santiago, que este miércoles, en su conferencia “Árbores senlleiras de Galicia: un patrimonio natural valioso”, ofrecida en la Diputación de Lugo, destaca, entre los 144 árboles senlleiros catalogados por la Xunta, dos: el de Soutogrande y el de Pumbariños.
El primero resulta especialmente relevante para el experto por su valor económico, que según defiende, asciende a 758.957,56 euros. Para los vecinos de Soutogrande y de Vilariño de Conso, sin embargo, por encima de ese valor económico que, como reconoce la regidora, Melisa Macía, “descoñecía”, está el sentimental… y el de la leyenda.
El árbol que salvó a un pueblo
Porque este árbol, con la intercesión de Santa Bárbara -patrona de la localidad-, salvó al pueblo de un “gran raio que ameazou o pobo e que finalmente caeu sobre o castiñeiro, hoxe partido en dous. O castiñeiro salvou a vila dos raios”, subraya Melisa Macía.
Hoy en día, el castaño de Soutogrande es foco de atracción turística -leyendas aparte-, como lo es, igualmente, el de Pumbariños (Manzaneda), aunque en este caso, por otras razones.
El de Pumbariños es uno de los castaños con mayor diámetro de Galicia (12,15 metros). Es, además, “un dos primeiros árbores senlleiros de Galicia”, remarca el alcalde de Manzaneda, Amable Fernández, que explica que “cumpren dez persoas para cubrir o seu perímetro” y certifica que recibe “moitas visitas, porque está en Rozabales y es de fácil acceso”. Son dos árboles emblemáticos, de los que presumir; emblemas de Ourense.
