PANDEMIA

El centro que concentró a los positivos de geriátricos se vacía

Las persianas de la residencia integrada, ya cerradas, después de despedir a los últimos pacientes.
photo_camera Las persianas de la residencia integrada, ya cerradas, después de despedir a los últimos pacientes (MIGUEL ÁNGEL).
Os Milagros, símbolo de lucha contra el covid, llegó a tener 55 pacientes: "Fue duro, pero lo conseguimos"

Baños de Molgas despidió este  a sus últimos dos pacientes con covid-19 ingresados, apenas dos meses después de que se pusiera en marcha un proyecto pionero que creó un modelo intermedio entre residencia sociosanitaria y hospital para acoger a los positivos de distintas residencias de la provincia. "Aquí hubo facultativos sanitarios las 24 horas del día, es un éxito", resaltaba ayer Álvaro de Castro, encargado de la coordinación médica de este centro y el de Piñor, donde permanecen todavía ocho pacientes. "Me niego a decir que esto es un cierre, estamos en stand-by, porque la experiencia nos dice que puede haber una segunda oleada, y estamos preparados para volver a utilizarlo", explicaba De Castro.  Por Os Milagros pasaron en dos meses residentes de la San Carlos de Celanova, de Castro Caldelas, de la Esperanza, de San José o de O Irixo. 

 La despedida de ayer fue muy emotiva, "dos altas muy agradables" de dos persona muy  agradecidas por todo lo que había sucedido. El centro, llegó a acoger un pico de 55 ingresados, si bien a lo largo de toda la pandemia pasaron un total de 66 residentes por las instalaciones.

Por el centro de  Baños de Molgas pasaron 66 pacientes en dos meses; ayer se daba el alta a los dos últimos

Este símbolo de una crisis sanitaria que se cebó especialmente con las residencias de mayores cierra, con su clausura –quizás temporal– un capítulo intenso de la sanidad pública ourensana. Se creó un sistema asistencial que combinaba el modelo más "hostelero" de las residencias con la atención sanitaria constante, en la que hubo una colaboración "totalmente voluntaria", incide De Castro, de "médicos de familia y residentes en formación de centros de salud, PACs y del propio hospital. Según la gerencia del área sanitaria, "chegou a funcionar como unha planta de ingresos covid-19 máis". 

La tarde del pasado 24 de marzo, "en tempo récord", desta el Servizo Galego de Saúde, se puso en marcha el centro, cedido por la Fundación San Rosendo, que carecía de equipamiento clínico y mobiliario, al no estar previsto para la función asistencial. Tampoco había servicios básicos como lavandería, cocina, lo que obligó a ser ofertados desde el propio Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO) "Fue mucho más duro poner en marcha este centro que el de Piñor, no estaba acabado", confiesa De Castro. 

 Él, como médico de familia, dirigía la organización asistencial, junto a Ana Gómez y Mercedes Pulgar, enfermera y trabajadora social del CHUO, respectivamente. A todo este equipo se fueron sumando residentes de medicina familiar y comunitaria de último año, a los que se les contrató ya como especialistas personal de enfermería y facultativos voluntarios de distintos centros de Ourense, así como personal no sanitario de la Consellería de Política Social. 

Continúa en marcha la unidad residencial medicalizada de Piñor, en el antiguo hospital, en la que quedan 8 pacientes, cuando se llegaron a tener "más de 30 al mismo tiempo", recuerda De Castro. 

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