Deambulando

Hacia un centro de interpretación del lobo ibérico (II)

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photo_camera Carlos Sanz, biólogo del centro lobuno de Sanabria , que formó en equipo de Félix Rodríguez de la Fuente, dando de comer a los lobos en semicautividad.
¿Por qué no instalarlo un centro lupino en O Coudillo en la sierra de San Mamede?

A raíz de mi último escrito sobre la visita al centro del Lobo en Sanabria me asaltó le pregunta de por qué no un centro lupino en nuestra provincia en la que ahora se encuentra el canis lupus si no en momento dulce con menos acosadores que antaño, sí en un momento de estabilización de manadas, de las escasas existentes. Viendo el centro lobero sanabrés pienso que podíamos tener otro aquí de igual rentabilidad, comprobado que por allá numerosas visitas todos los días y en fines de semana, el abarrote, tal que hasta en un día tuvieron que canalizar, antes de la pandemia, hasta 1.500 personas, que pagan entre 8 y 6 euros para jubilados, y a grupos, precios especiales. La rentabilidad está más que asegurada. Un personal de veterinarios y biólogos integra el equipo juntamente con algún personal auxiliar. Pienso que por qué no instalarlo en O Coudillo en la sierra de San Mamede, como a treinta y tantos kilómetros de la ciudad, accesible en poco más de media hora. Allí se podrían aprovechar las instalaciones que usufructuó Amigos da Terra y añadir alguna más, porque también existe un cercado de cérvidos que podría usarse al modo del zamorano para ser ocupado por lobos nacidos en cautividad y alguna pareja salvaje para ser mostrados a los visitantes en su hábitat. Esto sería muy atractivo además de educativo para adultos y niños a los que hay que enseñar que el lobo de Caperucita era una patraña y que, a pesar de toda la literatura lupina y sus mitos, la realidad es que no se han constatado un caso de ataque del lobo a humano en la provincia porque animal huidizo ante la presencia del hombre, y muy organizado socialmente pero que por ser competidor del homo sapiens se considera desde siempre entre las alimañas a exterminar.

El lobo, como el oso que, paulatinamente, parece que se va introduciendo en Galicia por medio de ejemplares jóvenes, dota al monte de ese misterio que amamos los que andamos inmersos en la Naturaleza. El oso tal vez se asiente en el Macizo Central; en Ancares, casi seguro, y en las Trevincas, en los densos bosques de sus valles tendrían un hábitat perfecto. Los lobos, extendidos incluso en la costa ya forman algunas manadas, que es la manera de integración de un animal social, siendo los ejemplares vagabundos extremadamente raros, ya que sin la manada la caza es difícil y la subsistencia con una dieta de conejos, liebres, zorros, corzos, jabalíes, potrillos… se hace tan difícil, por no decir imposible, que tendría que predar sobre invertebrados y otras especies, animales muertos o la carroña de ellos, que en su trashumancia encuentre, incluso frutos, sobre todo uvas, peras y manzanas.

Los recurrentes incendios ponen a prueba la subsistencia de las especies consideradas en peligro de extinción y el lobo es una de ellas. Cuando se constata el ataque a doméstico ganado, lanar o vacuno, se encienden las alarmas porque en la cabaña ovina o caprina han diezmado el rebaño, por la tendencia natural a la exageración en los medios y no pocas veces para propiciar una campaña de exterminación. Se ha comprobado que cuando ataca a un rebaño de ovejas, éstas se cierran en círculo, asfixiando a las que están dentro de él, y las exteriores que sufrieron el ataque, con alguna dentellada huidas, tornan  a la manada; de aquí la mortandad. Este depredador especializado solo matará lo que considere necesario para la subsistencia; cualquier esfuerzo más allá será ajeno a su comportamiento como manada donde nada se desperdicia y lo que sobra, a veces se oculta para los tiempos de escasez.

El homo hominis lupus est, fábulas, mitos galaicos abundantísimos sobre el lobo que se han trasplantado al lenguaje para referirse a lo más bajo de los humanos instintos, han hecho más daño a la especie que las mismas trampas, escopetas, loberos, venenos, lazos, cepos o los ya inutilizados foxos do lobo.

La generación que nos seguirá debe instruirse en la verdad sobre esta especie de canis lupus signatus o ibérico para que cuando se adentren en la naturaleza aumenten su interés por un medio rico en especies de predadores y presas, que proporcionan al monte un halo de misterio que siempre despertará nuestra curiosidad.

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