Ourense podría convertirse en una “isla de calor” si no se toman medidas

El sexto informe del “Intergovernmental Panel on Climate Change” (IPCC) de la ONU, publicado este verano, expone que ningún rincón poblado del planeta se encuentra libre ya de los efectos del cambio climático. Ahora la cuestión es determinar en qué medida afecta a cada territorio. En cuanto al caso español, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicó a su vez un estudio en el cual advierte de que los aumentos de temperatura serán mayores en las zonas de interior, desprovistas del efecto suavizador del mar. Alertan además, entre otros puntos, del impacto en los recursos hídricos, olas de calor de larga duración e incluso efectos para la salud humana, debido al estrés por calor o la llegada de nuevas variedades de mosquitos. Los científicos encontraron también una relación entre el aumento de temperaturas y el mayor consumo de alcohol y número de suicidios. Y la provincia registró en 2020 el año más cálido de su historia, con temperaturas medias de 16,1 grados, cuando apenas se superaron los 15 en seis ocasiones entre 1978 y 2000. Situación de Ourense El laboratorio Ephyslab, de la UVigo, tiene al cambio climático como eje vertebrador de sus trabajos. Uno de los miembros del equipo, Juan Añel, matiza que, “para a cidade de Ourense, incrustada nun ‘buraco’ orográfico, o máis preocupante son as vagas de calor”. Rubén Varela, miembro del mismo laboratorio, coordinado por María Teresa Castro, añade que “se está alargando el verano, especialmente en su inicio, y para las próximas décadas llegaremos a tener veranos de 150 días”. Su compañera Nieves Lorenzo participó recientemente en el estudio “Heatwave intensity on the Iberian Peninsula: Future climate projections”, en el que Ourense aparece como la provincia gallega en la que más aumentará la frecuencia y duración de las olas de calor. Añel añade que “na cidade, a disminución da temperatura durante a noite acontece de forma natural, gracias ao aire que circula desde as ladeiras das montañas. Pero, se construímos de forma intensa na contorna das cidades, pérdese ese efecto”, advierte. Por lo tanto, puede provocarse un efecto de “illa de calor”, cuando además “na cidade, danse uns altos niveis de emisións de gases que provocan que a temperatura aumente durante o día”, recuerda Añel. Por lo tanto, advierte de la necesidad de tomar medidas, tanto en lo que respecta a la planificación de construcciones y modelo de transporte como en la creación de zonas verdes. “En Toulouse, chegaron a tirar abaixo unha mazá enteira de edificios para disminuír a calor, xa que interferían entre as montañas e o centro da cidade. É algo moi sensato construír un cinturón verde arredor das cidades. Pero, nos plans urbanísticos, as cuestións medioambientais priman o que priman”, lamenta. Algo aún más crítico cuando, en Ourense, “pasamos moitos días por riba dos corenta grados, o que produce estrés e problemas de saúde”, subraya. El aumento de las inundaciones es otro de los temas que preocupan al laboratorio. En la actualidad, analizan qué barreras colocar para limitar las consecuencias de estos fenómenos extremos, que causaron grandes pérdidas materiales en los últimos años en la ciudad (sin ir más lejos, este mes de junio). Y es que tanto las precipitaciones como las sequías serán más intensas, según los científicos. Energía en la atmósfera La física Susana Bayo, meteoróloga de Telemiño, añade que “si bien la primera consecuencia inmediata del cambio climático es el aumento de temperatura, esto se traduce en muchas cosas, porque le aportas más energía a la atmósfera. Y la energía no se crea ni se destruye, se transforma. Esto deriva en que cada vez haya más tormentas y de mayor intensidad”. Bayo añade que, si bien “cambios en el clima hubo siempre”, este es tan rápido que “no da tiempo a que las especies se adapten”. Además, “con las sequías, aumenta la polución en el aire”, y todo sin olvidar lo que los expertos ya denominan como “incendios de sexta generación”, refiriéndose a que estos, gracias a su potencia, tienen capacidad para modificar las condiciones meteorológicas. Por todo lo expuesto, explica Bayo, “debería establecerse un plan de adaptación al cambio climático en la provincia, creado por un comité de expertos, porque no estamos preparados. Solo hay ideas sueltas”. La ciudad, insostenible Fernando Prieto es el director del Observatorio de la Sostenibilidad, que publicó en 2018 un informe según el cual Ourense es una de las capitales de provincia menos sostenibles de España, ocupando el puesto 48 de 52. “Y seguro que no ha cambiado”, añade. Prieto recuerda que “se detectaron problemas en la calidad de las aguas, debido a los vertidos y a la falta de depuración, y también carencias en la adaptación al cambio climático, por falta de medidas. Y aún no se han adoptado”. También preocupa la afectación del cambio climático a los sectores productivos de la provincia, donde el vino es una de las joyas de la corona. Juan Manuel Casares, presidente de la D.O. Ribeiro, explica que “a maior incidencia de fenómenos meteorolóxicos dá que pensar: xeadas a destempo, ondas de calor terribles coma a de 2020… Algo está pasando, pero non hai que ser apocalíptico. As especies autóctonas non van desaparecer”, explica. Eso sí, hay que adaptarse. Lo que recomienda es “aumentar as cotas nas que se planta, buscando lugares máis altos para evitar o sol e tamén os episodios de xeada, ao non estar tan expostos coma nas ribeiras dos ríos”, resume. En cualquier caso, previniendo la cada vez mayor aparición de incidencias, Casares recomienda la contratación de seguros para la viña.