También las Administraciones se tienen que sacudir el bolsillo para pagar la factura de la calefacción de sus propias sedes, como cuenta una información hoy de La Región. Instituciones como la Diputación no consiguen adjudicar el contrato de suministro y algunas facultades del campus pueden cerrar en Navidad para ahorrar.
Es decir, están todos sufriendo las mismas consecuencias de una factura energética que agobia a empresas, comercios, locales de hostelería y familias.
Todo está relacionado con el incremento de los precios de los carburantes atribuido a la guerra en Ucrania. O eso nos hacen creer. Pero, detrás de esta buena disculpa, deberíamos pensar que el modelo energético, como lo conocemos hoy, debería ser revisado. Es complejo y no es rápido, pero sí urgente, como se puede demostrar este invierno.
A priori no hay datos que nos permitan pensar que la luz va a bajar a precios de hace dos años y que el gasóleo volverá a estar por debajo del euro el litro. Por lo tanto, buen momento para pensar en que la energía de hoy debe tener alternativa.