Cuando se producen situaciones inesperadas, infortunios o tragedias, la solidaridad brota al instante, pero suele ser un efecto pasajero. Tras un terremoto, una inundación, un incendio o un grave accidente surgen de forma espontánea decenas de personas o instituciones que dan lo mejor de sí para echar una mano.
Sin embargo, los afectados suelen necesitar ayudas más duraderas, aunque valoren los gestos espontáneos. Para ejemplo, aunque no revista carácter de tragedia, tenemos la
situación generada por la caída del muro perimetral del colegio Cardenal Cisneros de la ciudad.
El suceso ocurrió el día 2 de este mes y según una información de La Región, varias familias están aún sin hogar y les quedan tres meses más para buscarse alternativas.
El Concello de Ourense echó una mano y alojó solo unos días a las familias en un hostal de la ciudad. Quizá podría hacer algo más, siempre quedará la duda, pero una institución no es esa persona anónima que un día lo da todo y al día siguiente debe seguir con su vida. Al menos es lo que se espera de la administración.