Está aquí la Semana Santa, esperada por cientos de personas para descansar un ratito y por muchos lugares que aguardan con interés la llegada de turistas que dejen unos euros que ayuden a levantar la paletilla. Eso pasa en muchos territorios, pero no en Ourense, la ciudad en la que primero se trata de atraer al visitante con señuelos como el termalismo y luego se les da con la puerta en las narices.
Hay que ser muy lerdos para tener un lugar que atesora ingentes recursos y no ser capaces de aprovechar ninguno. Dice hoy La Región que la ciudad recibe a los turistas con el 40% de las termas cerradas, con el Centro de Interpretación de As Burgas también cerrado, así como la piscina que rodea las emblemáticas fuentes y con los trenes turísticos averiados.
Debe ser para esto para lo que se pedía el AVE, el tren que deja todos los días cientos de personas en la estación y a los que no somos capaces de entretener siquiera. Nada es casualidad, tampoco en Ourense. Cuando se tiene a incapaces al frente de las instituciones pasa esto y cuando los ciudadanos y sus representantes vegetan, también.