Colorido y bullicio en los cementerios ourensanos

Ourense. 01-11-16. Local. Día de tódolos santos no camposanto de San Francisco en Ourense.
Foto: Xesús Fariñas
photo_camera Una mujer besa la lápida de un ser querido.

Buena parte de los ourensanos cumplieron con la tradición cristiana de visitar sus cementerios como es habitual cada primer de noviembre, Día de Todos los Santos, para recordar y rezar a sus seres queridos.

Como cada primero de noviembre, Día de de Todos los Santos, buena parte de los ourensanos cumplieron con la tradición cristiana de visitar el cementerio para recordar a los que ya no están. El tiempo acompañó a lo largo de toda la jornada, a pesar de las bajas temperaturas registradas a primera hora de la mañana, que motivó posponer la visita a los camposantos a partir de las doce del mediodía.

En la ciudad, los cementerios municipales de As Caldas, San Francisco y Santa Mariña fueron un  escenario de ir y venir de gente, que acudía acompañada o en solitario con el objeto de honrar a sus seres queridos y afinar los últimos detalles en las sepulturas donde descansan sus familiares.

Con el objetivo de facilitar la tradicional visita a los difuntos con motivo de la festividad, el Concello de Ourense reforzó la frecuencia horaria de las líneas de autobús 1, 2 y 11A, aunque los taxistas también tuvieron un notable volumen de pasajeros durante la jornada del pasado sábado. "Os taxis chegaban de cinco en cinco ao cementerio de Santa Mariña", puntualizó Diego Álvarez, enterrador municipal. Hoy, Día de Fieles Difuntos, los cementerios municipales también estarán abiertos de 09,00 a 19,30 horas de forma ininterrumpida.

Días de bullicio también en los camposantos de la provincia, que vivieron jornadas de intensa actividad. Desde medidados de la semana pasada, cientos de personas  se han pasado por los cementerios cargadas de cubos, botellas y paños para limpiar y adecentar las lápidas de sus parientes ya muertos. También, depositaron velas y llevaron flores para adornar las tumbas como muestra de afecto, seguidas de una oración.

"Traerlle unhas flores naturais aos meus seres queridos nesta festividade é moi importante para min. É unha forma de telos presentes. O cementerio de San Francisco está moi bonito estos días", puntualizó Mari Carmen Pereira, vecina de la ciudad.

Los crisantemos y claveles han sido las flores naturales preferidas para los fieles difuntos, seguidas de las rosas y orquídeas aunque cada vez son más las familias que se decantan por los lirios orientales. Según los vendedores de floristería de la Plaza de Abastos, el punto de referencia para la compra de ramos y coronas, los ourensanos gasta una media de 30 euros, aumentando la venta de centros ya elaboradores, seguidos de la flor al detalle.

Tradición, fe y flores conviven estos días en los camposantos ourensanos, que se convirtieron en un punto de encuentro, especialmente para aquellas personas que no viven en la provincia. "Sempre nos acordamos dos nosos difuntos pero hoxe é un día verdadeiramente importante para os que están fora e non poden vir tan de seguido como o facemos nós", indicó Julia Estévez, vecina de la capital de As Burgas. "Cada un ven cando pode pero sempre nos podemos lembrar deles rezándolles dende a nosa casa", matizó.

Sin embargo, los cementerios recibieron también la visita de los que se aprovechan de lo ajeno. "Roubáronme o centro de flores que puxera. Estou sorprendida. Nunca me pasara isto", comentó una mujer en el cementerio de San Francisco. Una situación que se repite cada año en el cementerio de San Francisco, por lo que las familias reclaman más vigilancia por parte del Concello de Ourense para evitar este tipo de situaciones.

A pesar de ello, el murmullo de la gente y los niños correteando entre las lápidas, ajenos al significado de la celebración, fue una de las estampas más repetidas de la jornada de ayer. Un claro contraste con el silencio que reina en estos lugares el resto de días del año. La gran afluencia de visitantes fue durante la tarde de ayer, concidiendo con la Celebración de la Palabra en los cementerios de As Caldas y San Francisco, que contó con la presencia del obispo de la Diócese de Ourense, Leonardo Lemos

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