COMERCIO LOCAL

Comercios de arreglos y limpieza, desbordados por los objetos “olvidados"

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photo_camera Mauro Videira revisa el tiempo que llevan en reserva, a la espera de que recojan los edredones.(O. PINAL)

Los comerciantes son reacios a cobrar por anticipado pese a que muchas personas no vuelven a por sus artículos

Uno de cada cuatro clientes que acude a tintorerías, modistas, zapaterías o tiendas de electrónica, solicitando arreglos en prendas y calzado o la reparación de un dispositivo móvil nunca más regresa a por sus pertenencias. Es un cálculo aproximado de los comerciantes ourensanos que, en el peor de los casos, ven peligrar sus negocios a causa de los impagos. Algunos acumulan miles de artículos en sus almacenes y, para otros, el total de las deudas que contraen sus clientes supera los 8.000 euros. Son estimaciones de los que se atreven a calcular el trabajo perdido, la mayoría prefiere "ni saberlo".

"Aquel traje de novia -señala al fondo-, lleva dos años aquí. Es el único que tengo, pero sé de otras tintorerías que están llenas de trajes de novia. Yo lo que más tengo son alfombras", comenta Mauro Videira, propietario de la Tintorería Buenos Aires. Asegura que se ha planteado el cobro por adelantado, pero "se lo van a tomar a mal" y prefiere asumir el riesgo de "quedar colgado".

Emilia Moreira está subiendo los bajos de Fina Sánchez, vecina del bloque y clienta habitual. "Ao chegar o final de tempada teño que facer limpeza, non vou ter aquí un almacén de roupa", dice la costurera de Emi, en el local 15A de las galerías Villa Argentina. Un cartel, tamaño A4, indica que "pasados tres meses sin recoger las prendas, no nos hacemos responsables de ellas". Pero Emilia las conserva por más tiempo. Comenta que algunas puedan llevar almacenadas en su local más de tres años. "Non sei para que mandan arreglar as cousas se non as queren, porque despois nós non cobramos", se queja.

Mientras le toma las medidas, comenta con Fina que Antonio, el zapatero del local de al lado -del local 15B-, tomó la decisión de cobrar por adelantado. El dueño de La Suela pide el importe del arreglo, en cuanto da el presupuesto, desde hace dos años. Emilia todavía no se atreve.

Se trata de una decisión que divide a los empresarios. El miedo al rechazo se esconde detrás de los que todavía no cobran por adelantado, y los que sí lo hacen tomaron la determinación antes de verse abocados a echar el cerrojo. Es el caso de Antonio Blanco, el zapatero de A Bota -en el local 9 de las galerías Viacambre-, que antes de bajar la persiana, comenzó a cobrar en el momento de solicitar el arreglo.Lleva dos semana haciéndolo. "Que marabilla!", exclama al entregar una reserva, rompiendo el justificante de pago.

Tanita también aplica este sistema de cobro, pero no lo lleva a raja tabla, porque los clientes de confianza "non o entenden". La dueña de Tanita Modista -en el local 4 de las galerías Sol- lleva tres años pidiendo un adelanto para sus arreglos. Hasta 60 euros cobra la totalidad, y a partir de ese importe, la mitad."Ou hai que pechar a porta, ou buscar solucións", dice.

En cambio, Blanca Machado, de La Costura -local 25 de las galerías Viacambre-, es la excepción que confirma la norma. No cobra anticipos, pero nunca "la dejaron colgada".

El mundo de la electrónica no se escapa al desentendimiento de los clientes. En los siete años que AIT lleva en funcionamiento -en el número 13 de Celso Emilio Ferreiro-, acumuló unos 7.000 dispositivos. "Hai reparacións de 200 euros, a máis pequena ronda os 15 ou 20 euros. Calcula as perdas", sugiere el gerente, Aquilino Blanco.

En el número 33 de esa misma calle, trabaja Borja Rodríguez, de MGRepuestos:"El año pasado perdí unos 8.800 euros en reparaciones nunca cobradas". 

“No me preocupa el espacio que ocupan, sino el dinero parado"

Mauro Videira, de la Tintorería Buenos Aires, gira su expositor para enseñar todos los artículos olvidados. "Esto -por un abrigo de señora- es del año pasado, ya ni se ve", indica el albarán desgastado por el paso del tiempo, en el que debía constar la fecha de entrega.

En ese expositor conviven "marineritos" de comunión, con trajes de niñas, abrigos de señoras y chaquetas variadas. Algunos, tienen dos o tres años. "A mí no me preocupa el espacio que ocupan, sino el dinero que tengo parado. Aquí tengo tres o cuatro mil euros", asegura Mauro.

En la planta superior de la tintorería almacena los artículos más voluminosos. "Tengo unas 15 o 20 alfombras, 30 o 40 edredones, mantas... Ya casi pierdo el control del stock", comenta.

Dice que cuando las prendas alcancen los tres años en reserva, tratará de venderlas. "Para el año, si no vienen a buscarlo, tendré un traje de novia a la venta", se ríe. 

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