“Compartir é a forma que teñen en Camerún de sobrevivir”

Chus, profesora de Religión en el CEIP Irmáns Villar, relata su experiencia de seis meses en las misiones, que se mantienen con las aportaciones solidarias de miles de ourensanos. 

María Jesús Fernández Conde, ‘Chus’, acaba de regresar de seis meses de misión en Duala (Camerún), la ciudad más poblada del país, centro económico africano y también una “cidade moi dura” para vivir, por las altas temperaturas que hay que afrontar. Ella es una de esas ourensanas ejemplares comprometidas con la humanidad que ha conseguido ayudar en los lugares más desfavorecidos del planeta gracias a la Delegación de Misiones de la Diócesis de Ourense.

Ayer se presentó la Jornada  del Domund (Domingo Mundial de las Misiones) 2022, que se celebra este día 23, un día en que la Iglesia reza por la causa misionera y organiza la tradicional recogida solidaria para cooperar con la causa y financiar las misiones. La delegación episcopal de misiones ampara actualmente a 89 ourensanos (29 hombres y 60 mujeres) que están en 30 países de 4 continentes, entre ellos un obispo, Adolfo Zon (Alto Solimoes, Brasil), y un administrador apostólico, Juan Antonio González Núñez (Hawassa, Etiopía). En 2021, la Diócesis  recaudó 187.484,47 euros, 6.114,86 euros menos que en 2020, para las misiones. 

Todo ello va para que gente como Chus pueda hacer este trabajo solidario. Ella, profesora de religión en el CEIP Irmáns Villar, pidió una excedencia en el trabajo para irse en 2021 a Duala, colaborando como laica con las misioneras que gestionan el orfanato St. Jean de Deido, experiencia a la que llegó gracias a la Hermana María Teresa Araújo y las demás Siervas de la Pasión en Camerún. 

Tras medio año en un país con una tasa de pobreza disparada, las libertades mermadas y una corrupción sin límites tiene claro lo que siente. “Temos que valorar moito o que temos e defender os nosos dereitos e liberdades, non deixar que nolos quiten. Eu sei como é un pobo sen liberdade. Sei como viven en Camerún, sei que son coma nós pero se ven constreñidos polo sistema e a falta de liberdade. Non poden dicir o que pensan nin levar a contraria”, relata Chus, reivindicativa y agradecida a la labor de las misiones de la Diócesis.

Chus relata sus vivendas, muy duras, en una ciudad dura. “Nas aldeas de África non hai orfos, pois a comunidade acolle todos os nenos, pero nas grandes cidades como Duala  os nenos non poden ser atendidos. Unha semana antes de chegar eu deixara na porta do orfanato un meniño dun mes e unha neniña de catro anos con discapacidades, que faleceu aos poucos meses”. Allí, Chus y sus compañeras cuidaban 40 huérfanos, desde un mes hasta 16 años, a los que daban de comer y ayudaban con tareas escolares, entre otras. “Descubrín a grandeza dos misioneiros, a súa entrega nun lugar no que hai que convivir coa calor, a fame e mil situacións. Descubrín como é darse aos demais”. Allí, descubrió también la grandeza de la gente del país camerunés, acostumbrados a convivir a más de 40 grados y  con miseria, pero un país en el que “ninguén chora só nin ri só”. Todo se comparte, la alegría y la tristeza. “Se choras, outros choran contigo; se celebras, todos celebran contigo. Sempre se comparte cos demais, porque saben que se non o fan, morren. Ao día seguinte, poden ser eles os desgraciados ou os que non teñan nada. É a única forma de sobrevivir”. 

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