JUICIO POR HOMICIDIO

Asegura que vio la sonrisa del conductor que mató a su hijo

Josefa P.G. y Carlos P.P., ayer en la sala de vistas de la Audiencia.
photo_camera Josefa P.G. y Carlos P.P., ayer en la sala de vistas de la Audiencia.
El acusado dice que no iba en el coche que arrolló a un motorista a más de 125 kilómetros por hora

Luis Felipe Basto no vio la cara del conductor del Audi A-4 Avant cuando arrolló la moto de su hijo Jorge Miguel (37 años), que murió poco después. Sucedió el 7 de septiembre de 2019 en el transcurso de una maniobra kamikaze de cambio de carril en la N-525, a la altura de Rabo de Galo. Pero sí se percató de un gesto facial que le llamó  mucho la atención: "Iba con una sonrisa en los labios", aseguró ayer en el juicio que sigue en la Audiencia de Ourense contra el supuesto causante del siniestro, Carlos P.O., y su prima Josefa G.P. "Pucha". El primero está acusado de homicidio doloso, además de varios delitos viales, mientras que la segunda se sienta en el banquillo porque, según las acusaciones, dio una coartada falsa para encubrirlo. En años de prisión, 14 para el principal encausado y un año y nueve meses para la encubridora.

El padre de la víctima iba detrás, en otra moto, comunicados por radio. Regresaban a su país, Portugal, tras unos días de vacaciones y la última vez que escuchó la voz de su hijo fue tras el fuerte impacto: "Tras un ruido muy fuerte, lo oí gritar". Este testigo, tal como confirmó después la Policía Local, explicó que ambas motos iban por la N-525, por el carril izquierdo y sentido Madrid, y tras rebasar el túnel de Ervedelo, el coche se pasó a la derecha para adelantarlas. El turismo que causó el accidente, del que recuerda una matrícula  "que no olvidaré en la vida", colisionó por alcance con la moto de su hijo, y le pasó por encima.

Pero instantes antes, según la Policía Local, la moto de la víctima quedó atrapada por la llanta de su rueda trasera en el frontal del chasis del turismo durante 16 metros. La moto después salió despedida hacia la izquierda y el motorista quedó atrapado en los bajos del coche durante 50 metros. Después, le pasó por encima.

Pese a que la zona estaba limitada a 60 kilómetros por hora, el Audi iba, dijo un policía local, "a un mínimo de 125", porque les consta que cuando atrapó al motorista aun aceleró más. Habló de "acelerón fuerte y continuo". No quedaron huellas de frenada sobre el asfalto.

El incupaldo niega que fuese el conductor del coche. Asegura que tras toda la noche de copas con un amigo, le dejó a este el Audi y se fue a casa de su padre en O Polvorín a ducharse y cambiar la ropa porque llevaba tres días con la misma para posteriormente ir a buscar a Josefa en el bar en donde trabajaba e irse juntos a Carballiño.

“Cállate, no tengo carné"

Pero el testigo en primera línea inculpa de lleno a Carlos P.P. Solo coinciden en que se hubo  fiesta y excesos. Según su versión, la misma que le contó a la Policía Local y Policía Nacional, dos cuerpos que se solaparon investigando el mismo caso en un primer momento, Carlos conducía y él iba de copiloto. Al arrollar al motorista le instó a que parase pero le contestó: "Cállate, que no tengo carné". También entregó un vídeo de esa misma noche en donde se ve al inculpado al volante de otros coche, un BMW,  y consumiendo cocaína.

Los policías que acudieron a casa del padre del investigado dicen que les refirió que "estaba muy nervioso" porque había tenido un problema y se fue rápido. Sin ducharse. También sostienen que la supuesta encubridora les dio una primera versión muy diferente:  "Josefa no dijo que Carlos le había contado que había tenido una accidente y que no quiso saber nada del tema por lo que se fue por su cuenta a su casa". Pero, según  la versión de ayer de la imputada, "Carlos estuvo todo ese día conmigo tras acabar mi jornada de trabajo en la cafetería, sobre las once de mañana". El accidente ocurrió a las 11.10 horas. 

“Por el forro de mis cojones no me voy a meter en el calabozo", nos dijo

El accidente provocó que el Audi quedara sin fuelle a unos 500 metros del impacto, en CotoBerredo. Allí lo halló la Policía Local con el motor humeante y perdiendo aceite, además de las puertas abiertas. Apareció en el turismo un papel con una citación judicial que llevaba el nombre del inculpado. A partir de ahí, solo hubo que ir atando cabos.

Los investigadores, a raíz del relato del copiloto, examinó las imágenes de la cafetería de O Pino en donde pararon a tomar algo antes de enfilar la N-525. En ellas, se ve a Carlos P.P.y su acompañante, dice la policía.

Carlos P.P. acudió a testificar a la Policía Local, pero no quiso atender el requerimiento de  la Comisaría cuando lo llamaron: "Por el forro de mis cojones no me voy a meter en el calabozo  hasta el lunes" , aseguró exaltado,  según el agente que lo llamó por teléfono.

El supuesto copiloto sí fue a la Policía Nacional y dio la versión que ahora se da por válida.

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