OURENSE

Confitería Mil Hojas, 60 años endulzando la ciudad

Fue fundada a mediados del siglo pasado y en la actualidad lleva las riendas la tercera generación

Sesenta años endulzando las mesas y el paladar de los ourensanos. Ese es el tiempo que lleva abierta al público la Confitería Mil Hojas, cuyo anuncio de inauguración configura la lámina que distribuye hoy La Región dentro de la colección "Publicidad con Historia.

El fundador de la saga fue José Sousa. Según recuerda su nieto Martín que, con su hermana Cristina, asume las riendas de la Confitería en la actualidad, en los primeros años de la década de los 50 su abuelo José trabajaba en una confitería que había en la ciudad, donde aprendió los principios básicos del oficio. Sin embargo, para perfeccionar sus conocimiento, se desplazó a Barcelona, a la Escuela de Pastelería de San Cugat del Vallés, donde estudió durante dos años. Tras formarse y ejercer como oficial pastelero en varios obradores, decidió crear, en compañía de su mujer, Antonia Fernández, su propia confitería.

Así nacía Mil Hojas, en el mismo local que mantiene hoy en día abiertas sus puertas al público, en el número 36 de la Rúa do Progreso. Con los años fue acrecentando y consolidando su prestigio y su buen hacer en el ámbito de la pastelería y la bollería y en el obrador del establecimiento colaboraba y se iba formando su hijo Gerardo.

Este completó su formación participando en numerosos cursos por toda España y en 1981 se hizo cargo, junto con Amelia Rodríguez, de la confitería. Le dieron un giro al establecimiento, abriendo nuevas opciones en pastelería, pero siempre respetando la tradición de calidad y artesanía que había asentado Mil Hojas en los casi treinta años anteriores.

Tercera generación

En 1999 la tercera generación, Martín y Cristina, hijos de Gerardo, asumen la dirección de Mil Hojas. Con 16 años, Martín comenzó a estudiar en la Escuela de Hostelería de Vilamarín y luego marchó a Barcelona, a formarse en la misma escuela en la que había estudiado su abuelo. A su regreso abordó un profundo cambio en la confitería, que comenzó por la remodelación de las instalaciones y continuó por la inclusión de nuevas ideas, nuevos sabores y nuevos productos, "pero siempre manteniendo la esencia que creó el abuelo cuando decidió abrir la confidería", asegura Martín.

Te puede interesar