“Te conviertes en trapito de lágrimas y en un gran apoyo"

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photo_camera Yerika González, José Antonio Moreno y Johanna Arroyo, voluntarios de Cruz Roja.
El voluntariado de Cruz Roja realiza el acompañamiento de más de cuatro mil mayores en la provincia

En una sociedad envejecida como la ourensana, en la que el número de personas que vive sola no deja de aumentar, el papel del voluntariado de mayores se vuelve cada vez más importante. Estos días, la Xunta daba a conocer su programa de acompañamiento de personas que reciben asistencia sanitaria en centros del Sergas, que se implantará de forma inicial en Lugo y Ourense. 

La provincia cuenta ya con diversos programas de voluntariado con mayores, en los que se fomentan los vínculos sociales y el bienestar de los usuarios. Cruz Roja es una de las entidades sociales que realiza este acompañamiento: en 2019 atendió a 4.283 personas gracias a 423 voluntarios. "Las cifras son muy frías, hay que pensarlas en historias, cada número de esos es una historia vital", explica Natalia Belmonte, responsable de proyectos del área de mayores de Cruz Roja. "La media de las personas mayores que atendemos está por encima de los 80 años, en voluntariado y en actividades. Aunque estén solos, puede haber una familia que está lejos, que no puede acompañarlos por el trabajo...",  apunta. 


Los motivos


El acompañamiento de personas mayores no es sencillo, pero "merece mucho la pena", según explican los propios voluntarios. "Te conviertes en un trapito de lágrimas, en un gran apoyo. Yo acompaño en su casa a una persona de 100 años con alzhéimer y hablo mucho con su hija, que también aprovecha para salir cuando yo estoy. Me cuenta sus problemas, me abraza, se emociona con que vaya a verla...", apunta Yerika González, que empezó hace dos meses en el proyecto. "Me imaginaba algo muy distinto, pensé que iba a ser más fácil, más llevadero", reconoce. 

Los voluntarios acompañan a los mayores en su día a día, desde ir a citas médicas hasta compartir un paseo saludable o hacer la compra. "No siempre consideramos que lo más adecuado es que la persona vaya a la casa del usuario, en la medida en la que se pueda pretendemos que salgan de su casa y se relacionen fuera. Envejecimiento activo no es quedarte en casa viendo la televisión", señala Belmonte. Cuando la situación personal no lo permite, el voluntario se dirige a la vivienda, donde, sobre todo, charla. "Las personas te toman confianza, te van contando sus vidas, sus experiencias, y uno les toma amor muy rápido", apunta José Antonio Moreno. 


El vínculo


"Uno a veces no quiere dejarlos solos y a veces ellos no quieren soltarlo a uno", asegura Moreno sobre el vínculo que se crea entre el voluntario y el usuario. "Tú estás ayudando pero al final te están ayudando a ti también", añade González. Según aseguran, los mayores se abren con rapidez a compartir sus experiencias vitales, lo que permite confianza entre ambas personas. "A mí a veces me gustaría estar con ella más que una hora a la semana para poder acompañarla, pero claro, no puedo", asegura González. 

Desde Cruz Roja aseguran que cualquier persona puede formar parte del proyecto, aunque recuerdan la importancia de habilidades como la escucha activa. "Yo en El Salvador tenía un trabajo totalmente ajeno al trato con personas, no conocía este mundo. Pero sentirse triste es muy duro, y tú no sabes si una persona mayor que vive sola está triste si no vas allá y hablas con ella", señala Moreno. 

En muchos casos, la visita o llamada del voluntario se convierte en la única interacción del mayor a lo largo de la semana. "Hay personas que no pueden salir de casa aunque quieran por las barreras arquitectónicas, que se convierten en grandes promotoras del aislamiento social", apunta Natalia Belmonte.


El contacto telefónico


Desde hace ocho años, Cruz Roja cuenta con un sistema de contacto telefónico que permite llegar a gran cantidad de personas.  "Se utiliza en la ola de calor, en la de invierno, en caso de tener que dar informaciones.. Es una herramienta muy poderosa", asegura Natalia Belmonte.  En el caso del voluntariado con mayores, el sistema permite contactar con diversos usuarios para mantener el contacto, así como detectar nuevas necesidades. "En una provincia como la ourensana, con tal dispersión de la población, es muy importante", señala Belmonte.

José Antonio Moreno colabora actualmente en este programa, y asegura que los mayores también lo agradecen mucho: "Ya reconocen mi voz al momento, y me explican, hablan... He notado mucha compenetración con las personas a través del teléfono". La herramienta se convierte en otra forma de estar y de compartir tiempo, además de aprovechar al máximo los recursos humanos disponibles: "Es como un café telefónico".


Una experiencia enriquecedora: “Entiendes cosas de tu propia familia"


Johanna Arroyo comienza estos días a realizar acompañamiento de mayores a través de Cruz Roja, una actividad a la que se acerca con optimismo y ganas de aprender. "Cuando empiezas a compartir tiempo con las personas de más edad empiezas a valorar su interior. Muchas veces no dejas que una persona mayor dé su opinión y tomas tú la determinación, sin saber hasta qué punto podemos hacerles daño", asegura. "Al final es una persona que siempre ha sido autónoma, que ha aportado en esta sociedad, y a la que tú estás dejando de lado.Tenemos que humanizarnos y escucharlas, y explicarle el por qué de las decisiones", añade. 

Yerika González defiende que el acompañamiento también provoca el recuerdo de tus mayores, y el entendimiento de sus comportamientos. "Yo vivo con la abuela de mi esposo y desde que empecé en el voluntariado empiezo a entenderla más, a darme cuenta de sus cambios de humor, de las cosas que dice...", apunta. "Te enseña a que el tiempo no retrocede y que, por tanto, lo tienes que aprovechar mucho. Si tienes niños pequeños también, porque los años no vuelven", señala Juan Antonio Moreno. 

Los tres voluntarios coinciden en la enseñanza que supone en sus vidas privadas compartir parte de sus ratos libres con personas mayores, y animan a otros a probar la experiencia: "Todos vamos a ser mayores alguna vez". "Yo aspiro a llegar a mayor, y me gustaría tratar a los demás como a mí me gustaría que me tratasen", apunta Natalia Belmonte. 

Los programas de entidades sociales como Cruz Roja o de administraciones públicas permiten realizar el acompañamiento, en el que la figura del voluntario se convierte en el eje principal de la actividad. "Son el motor que permite que se lleve a cabo, son clave para nosotros", asegura Natalia Belmonte. 

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