Cristina Roo, admirando ver llover

Cristina Roo en un momento de la presentación.
photo_camera Cristina Roo en un momento de la presentación.
Cristina Roo (París, 1968) hizo “Desde mi ventana, veo llover” entre 2016 y 2019, proyecto expositivo que la pandemia detuvo, y que ve ahora la luz en el Espacio de Arte de Roberto “Verino” en Ourense con el debido don de la oportunidad

Miradas las suyas, Cristina Roo, de sensible corazón, desde la intriga de los rostros que velan los paraguas sobre las cabezas, y cubren parcialmente los cuerpos. Opacos o traslúcidos, con dibujos o mensajes, sus telas de nylon cubren y amparan del agua, que escurre hacia los pies y espalda, bajo sus seis o dieciséis varillas, paraguas protagonistas, sólidos cual bastones, plegados, definidores de status a veces desde sus marcas y colores, o símbolo incluso como en los relatos del gran Chesterton sobre el Padre Brown, publicados entre 1910 y 1935 que, trasladados a películas para televisión, los guionistas hicieron que el avispado cura católico llevase paraguas con mango de caña. Ourense es conocida tradicionalmente como la de los paragüeros, profesión itinerante de recios y esforzados hombres que, desde Nogueira de Ramuín (Luíntra), Esgos y las tierras ribereñas al Sil, principalmente, arreglaban estos objetos tan valiosos y necesarios para los duros inviernos a campesinos y habitantes de pueblos, villas y ciudades, para las necesarias labores con el ganado y sus quehaceres, amplios, pesados y negros, labor que completaban con el oficio de afiladores. Su llegada era anunciada con el chiflo, flauta de Pan para los musicólogos, en alusión al mítico dios de la Hélade, en la Arcadia. Al hacerlo sonar con su repetitivo silbo, se reunían a su vera mujeres y niños con tijeras, cuchillos y paraguas en las calles y plazas.

Cristina Roo (París, 1968) hizo “Desde mi ventana, veo llover” entre 2016 y 2019, proyecto expositivo que la pandemia detuvo, y que ve ahora la luz en el Espacio de Arte de Roberto “Verino” en Ourense con el debido don de la oportunidad. Para ello desde ventanas de la ciudad de Ourense tomó fotografías, desde las que surgieron como fruta madura las obras. En la tercera pared del espacio hay pequeñas acuarelas con nombres identificadores, os Pereira, ou Anxela e Xacobe. Mas son los óleos, de gran formato, los que definen la muestra. “Pauso el camino de los protagonistas sin dejar de captar el movimiento poniendo el foco en la importancia de cada paso”, dice la nobel artista licenciada en empresariales, mas dando rienda suelta a su vocación artística en esta exposición de invierno, con títulos de algunas de expresiones de lluvia, batega, calistro, cebrina, decembra, froallo, orballo, treboada, xistra... Desde el “llueve suavemente sobre la ciudad” de Rimbaud al Verlaine de “Llora en mi corazón / como llueve sobre la ciudad (...) / ¡El suave sonido de la lluvia / en el suelo y en los tejados / para un corazón que se aburre... / ¡el canto de la lluvia!”. Sarabiada: escuchando llover. Melancolía.

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