Reportaje

Cuando los entierros se multiplican

SANTA MARIÑA (OURENSE) 20/04/2020.- Emilio Pascual, enterrador del Concello de Ourense. José Paz
Durante la pandemia los entierros en la ciudad se han multiplicado, el pico más alto se registró en Semana Santa, con 16 fallecidos; la semana pasada, 12. A la dureza del trabajo en sí, se suman las precauciones. 

Emilio Pascual sepulturero del Concello de Ourense desde hace 17 años ha portado a sus espaldas centenares de féretros, a veces a contrarreloj y con presión, pero nunca con el estrés y el volumen de las últimas semanas. 

“Hemos llegado -dice- a enterrar el triple de lo normal”. La Semana Santa se la pasaron confinados entre sepulturas y nichos, esos días inhumaron a 16 personas. Y en dos días seguidos, jueves y viernes, a un matrimonio procedente de una residencia de ancianos, primero uno luego el otro, nadie antes, les advirtió de un posible virus, fue una deducción a posteriori. “Nos han llegado casos de residencias que no estaban diagnosticados, porque no les habían hecho pruebas; después, otros internos dieron positivos”, apunta.

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Todos con EPIs


Por suerte entre las cuadrillas, 7 por turno semanal no ha habido bajas por COVID-19, aunque en una de ellas, 4 lo están por tratarse personal de riesgo. Ahora les han pedido que actúen siempre como si fueran todos casos positivos. Trajes EPIs, doble guante, mascarillas y gafas. “Cuando llegue el verano verás”.

El trabajo no sólo se ha multiplicado, aunque por suerte no al ritmo de hace dos semanas -la pasada se enterraron 12-, sino que también se ha complicado. Un entierro en el cementerio de San Francisco -llevan los 3-, el más laborioso en sí, ha pasado de 45 minutos a 90. “Al rematar nos echamos desinfectante encima, desinfectamos también la sepultura, el féretro y todo el material para el siguiente enterramiento”.

La situación de estos días es anómala, “unos duermen mejor que otros”, se acumula -reconoce- mucho estrés. Pero al féretro alguien tiene que echarle la mano, y con firmeza. A lo trágico siempre, para las familias al perder un ser querido, se unen la imposibilidad de velarlo y el acceso restringido a 3 familiares por fallecido; además del párroco para el responso, si lo pide la familia. A veces -reconoce- ha dejado pasar a 4, “cómo vas a dejar a un hijo en la puerta”. Al principio, cuando aún se limitaba a 25 con distanciamiento, tuvieron que pedir asistencia a la Guardia Civil y Policía Local porque una familia insistía a toda costa en introducir a más de 80.

Durante el estado de alarma permanecen en casa, vienen cuando los llaman, algo que ha sucedido de continuo. “Además como no hay que esperar las 24 horas, los entierros son inmediatos”. El domingo pasado les avisaron -dice- a las 16.30 horas de un entierro para las 18 horas, previa exhumación de sepultura, labor que lleva su tiempo; algunas de las sepulturas en Santa Mariña tienen 4 alturas. Aunque todo eso se queda en un juego si lo comparas con San Francisco, con algunas en tierra, que hay que apuntalar para evitar derrumbes y lápidas encima de 600 kilos. 

La mayor preocupación de estos días es llevarse el bicho a casa, más allá de la higiene, está el alejamiento familiar. Emilio hace mes y medio que no ve a su pareja, en otros casos son los padres. Y es que la vida con el coronavirus es todo menos sencilla. 

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