El homicidio de Laura Alonso es, según los especialistas, un caso arquetípico de violencia machista

‘Cuando una maltratada se rebela, muere’

  Muchas víctimas de violencia engañan a su entorno, y se quedan encerradas en una situación de sometimiento a su maltratador. Le ocurrió a Laura Alonso, que ocultaba que se veía con Javier Cruz. Sus amigos (asistieron masivamente al entierro, en la foto)
La violencia de género que implosionó en la relación secreta que Laura Alonso mantenía con Javier Cruz representa, según algunas especialistas consultadas, un caso arquetípico, en el que la mujer después de denunciarlo por malos tratos, retira la denuncia y prolonga la relación a espaldas de familia y amistades. En el momento que se siente fuerte para quebrar el control que el maltratador ejerce sobre la mujer, éste reacciona matándola. La prefiere muerte antes que perder el control sobre ella.

¿Por qué murió Laura Alonso? ¿Qué razones tenía para verse a escondidas con la persona que iba a matarla? ¿Por qué la denunció por malos tratos y luego se retractó? ¿Por qué no pudo romper con Javier Cruz para siempre? Ángeles Álvarez, directora de la Fundación Mujeres, ha seguido el caso de cerca, y señala que ‘se ha dado una circunstancia muy habitual: el entorno del agresor presiona a la víctima para que retire la denuncia y no se produzca recriminación social’. Entre otras cosas porque Toén ‘es un pueblo pequeño y el padre del agresor, para más inri, concejal’. Esto se traduce en impunidad. ‘Cuando ella perdona, él advierte que sus actos no tienen consecuencias’.

El maltratador necesita controlar a la víctima. ‘No hace falta que mantengan una relación pública, ni siquiera estable’, como de hecho ocurría entre Laura y Javier Cruz, que se veían a escondidas mientras tenía cada uno su otra pareja. ‘Al maltratador le basta controlar’, afirma Raquel Castillejo, profesora titular de Derecho Procesal en la Universidad de Santiago. Cuando ese control se pierde, ‘cuando la mujer maltratada es capaz de romper vínculos y rebelarse de modo radical contra la dominación, muere’. Pero la muerte ‘no es la victoria del maltratador, sino el fracaso, porque perdió el control sobre la voluntad de ella. Ellos quieren dominarlas, no quieren matarlas’, añade.

Laura Alonso y Javier Cruz, el homicida confeso, discutieron en el interior de un coche, ella le escupió y lo abofeteó, y él a cambio la mató. Es decir, Laura se atrevió a ‘quebrar el control que él ejercía sobre ella’, advierte Ángeles Álvarez. Es decir, ella, que después de denunciarlo por malos tratos, y darle la oportunidad para retomar una relación, se ‘había habituado, adaptado y bloqueado ante su control, un día se sintió capaz de romperlo, y eso le costó la vida’. Él prefirió asesinarla antes que perder el control sobre ella’. Los maltratadores justifican sus conductas, y maltratarán independientemente de cual sean las consecuciencias penales.

No hay perfil unívoco

Frente a episodios de violencia de género, comúnmente las mujeres o no denuncian, o al poco tiempo, si lo han hecho, la retiran. ‘Se da una situación psicológica que aboca a ello. Unos hablan de amor, otros de dependencia económica, otros de lazos familiares como pueden ser los hijos’, indica Raquel Castillejo. ‘Pero eso significa crear un perfil de mujer maltratada, y no existe’. Muchas tienen un alto nivel cultural, o un alto nivel económico, o no tienen hijos. ¿Entonces? ‘Se produce una situación de indefensión aprendida. ‘No es ni amor, ni miedo, ni dependenecia exactamente. Es una actitud pasiva que adopta la víctima ante un destino terrible, habituándose a su tragedia’.

La indefesión aprendida es una teoría que nació con los campos de concentración nazis, donde los presos eran agredidos, tiroteados, pero ellos no intentaban hacer nada, se daban la vuelta, no salían corriendo. ‘Se habían acostumbrado a la situación, y con algunas mujeres frente a sus verdugos hoy ocurre algo muy parecido’.

El maltratador, que socialmente aparece como un hombre encantador, ‘va moldeando a la mujer como a él le gusta, consigue que piense como él, que se vista como él quiere, que actúe como él desea. Ella se acostumbra a ese control, y en ese momento el maltratador ha conseguido que la mujer crea que no es nada, que no vale nada’. Es decir, han creado la necesidad de seguir con él. ‘Aprende a estar indefensa’, añade la profesora Castillejo.

La vulnerabilidad de las mujeres jóvenes

No existe un perfil de mujer maltratada, pero sí tramos de edad en los que son más vulnerables a la violencia. Las estadísticas dicen que el mayor número de mujeres que muere a manos de los hombres tienen entre 30 y 45 años. Ocurre porque ‘a esa edad las mujeres estamos realizadas normalmente. La realización pasa por cierta plenitud psicológica, laboral y económica’. Esa plenitud es la que ‘lleva a las mujeres a enfrentarse a sus maltratadores’, señala Raquel Castillejo, y como consecuencia de ello, lo que ‘lleva a éstos a matarlas’. Ellas mueren en mayor proporción cuando son capaces de rebelarse y cuestionar el dominio machista.

En ese sentido, ‘hay que proporcionar a las mujeres maltratadas ayuda psicológica, de modo que adquieran autoestima’. ‘No basta atacar la violencia de género exclusivamente desde la vía penal. Éste es un mecanismo apto para delincuentes que miden cuánto les cuesta lo que hacen. Pero los maltratadores no miden, se justifican’.

El peligro de la agresión esporádica

‘El ciclo de la violencia incluye, antes de producirse una agresión física, un proceso psicológico por el que la mujer se ve atrapada en una dependencia muchas veces emocional’, señala Isabel Diz, profesora de Ciencias Políticas de la USC. El maltrato no sólo tiene que ver con un golpe sino ‘con una dominación que mina y provoca dependencia respecto al maltratador’. Antes o después, eso conduce a la agresión. El delegado del Gobierno para la violencia de género, Miguel Lorente, señalaba al día siguiente de aparecer el cuerpo de Laura Alonso que ‘la violencia siempre va más allá de su primer episodio puntual. Nunca se limita a un contexto determinado. Se repite’. ‘Está complementada con una conducta dirigida a dominar a la mujer y a conseguir de ella lo que el agresor quiere’. Cuando hay violencia ‘es imposible la vuelta a la normalidad’. Creer que después de un golpe ‘todo se puede arreglar sólo sirve para que el agresor advierta que sigue teniendo control’.



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