EN OURENSE

Cuarenta años de empanadas con clientes como los Thyssen o Papuchi

OURENSE. 20.10.2017 PANADERIA PALILLOS. JESUS FERNANDEZ, TERESA FERNANDEZ E VICTOR CHAYENE. FOTO: MIGUEL ANGEL
photo_camera Jesús, Teresa y Víctor, el pasado viernes en la panadería.

Teresa y Jesús Fernández, hermanos y vecinos de Ourense, afrontan una nueva etapa de su vida. Dejan su puesto en la panadería Palillos después de cuatro décadas de trabajo. Víctor Manuel Chayán toma el relevo.

Teresa Fernández y su hermano Jesús cierran una etapa de su vida. Les llama la jubilación y desde el día 1 la panadería Palillos, en el número 1 de la calle Esteos, famosa por sus empanadas, estará a cargo de Víctor Manuel Chayán, que ya lleva dos meses de prácticas para empaparse de la técnica. Continúa el resto del equipo para seguir elaborando un producto, netamente gallego, al que en su día no pudo resistirse el doctor Iglesias Puga, el entrañable Papuchi, el padre de Julio Iglesias.

La historia arranca hace cerca de 40 años, cuando el matrimonio formado por Antonio Gardón, panadero, y Teresa Fernández deciden embarcarse en una aventura apasionante "en un sitio tan escondido", apuntala ella. Ese sitio es el final de la calle Ramón Puga, justo al llegar a la curva que conduce a Rairo o a la urbanización nueva de Barrocás, una pequeña flecha indica el camino. Antonio falleció hace 15 años, Teresa cogió de la mano a su hermano Jesús y juntos decidieron "tirar 'palante'. Hasta hoy", recuerda.

El tiempo fue pasando y la jubilación se ha hecho realidad, apenas falta una semana. Atrás quedan un montón de empanadas, de diez tipos diferentes, "aunque la de carne es la que más se vende", asegura Teresa. Y viajeras, muchas de ellas viajeras. "El jueves vinieron a recoger nueve para Salamanca y cuatro más para Málaga", remarca Víctor, un cocinero que dejó los fogones en cuanto se enteró que la jefa lo dejaba.

Porque a Palillos hay que llegar con las ideas claras, todas las empanadas que se despachan son de encargo. Nada de no sé qué comer y allí resuelvo. Empanadas pero también lacón o cañas de crema. "Pero las empanadas es el producto estrella", recalcan al unísono. Y el boca a boca, la manera de promocionarlas.

Cuarenta años dan para mucho. Entre otras cosas para recibir encargos de políticos, pretéritos y actuales; del Obispado, de Educación y Ciencia; de colegios. De personajes televisivos como María Patiño; de alguna amiga de la Pantoja que ahora no es amiga; de niños de papá como Borja Thyssen; de la Moncloa incluso. Pero por encima de todos, del gran Papuchi. "No le reconocí", se justifica Teresa; "venía porque tenía una casa en A Peroxa", precisa Víctor.

Cuarenta años de madrugones. "Me levanto a las seis de la mañana, a las siete ya estamos haciendo empanadas. Vivo en la planta de arriba, así que no tenía que desplazarme. Pan aquí muy poco. ¿Vida esclava? Más antes que ahora, mi marido sí pasó más de una noche trabajando en verano. Pero eso fue hace mucho tiempo", relata.

Pasear va a ser la próxima ocupación de Teresa. "Al menos -dice- saldré de casa, ahora sólo lo hago para ir a la peluquería". Seis nietos y un bisnieto la esperan en sus paseos.

Cambiar para que no cambie nada. Víctor Chayán se ha hecho con el negocio. Lleva desde hace dos meses tomando buena nota de todo. Tiempo suficiente para empezar a volar solo. "En cuanto me enteré no me lo pensé, yo había hecho un ciclo medio de cocina en Vilamarín y el tema de la panadería siempre me atrajo. Lo hablé con mi mujer y lo tuvimos claro. Sé que luego lo quiso mucha más gente, agradezco a Teresa que mantuviese la palabra que me había dado. Vamos a continuar con la tradición, se jubilan Teresa y Jesús pero el resto seguimos, seis personas. Todo va a seguir igual, el único nuevo soy yo y como si no entrase. Como si tengo que barrer", finaliza. 

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