El cura ourensano que diseñaba autómatas en el S.XVII

photo_camera Las invenciones del cura ourensano simulaban movimientos imitando a los seres vivos. Pixabay
Domingo Martínez de Presa era un cura adelantado a su tiempo, tenía una imaginación sin límites y fue el primero en escribir sobre los autómatas en España

Normalmente los curas no se dedicaban ni se dedican a labores de ingeniería, pero más de uno se quedaría sorprendido al descubrir que en el siglo XVII, en la remota aldea de San Miguel de Feás (hoy perteneciente al ayuntamiento de Calvos de Randín), un párroco gallego, Domingo Martínez de Presa, ya diseñaba autómatas: ingenios mecánicos que se movían imitando a seres vivos. Martínez de Presa, además, fue el primero en escribir sobre este tema en España.

Las invenciones de este clérigo levantaban revuelo entre los vecinos, sus creaciones se movían solas imitando a los seres vivos. En aquel momento era lo nunca visto.

Domingo Martínez de Presa fue un cura adelantado a su tiempo, tenía una imaginación sin límites y tuvo que enfrentarse a las críticas y a la persecución de la Inquisición. Se desconoce la procedencia, pero su denominación como licenciado indica que estudió en alguna Universidad. No obstante, la ausencia de su expediente de ordenación sacerdotal en la diócesis de Ourense hace pensar que habría sido ordenado fuera de la provincia.

Su obra: "Fuerza del ingenio humano" fue reeditada en el año 2000

Todo lo que se sabe de la historia de Domingo Martínez de Presa está escrito en su obra "Fuerza del ingenio humano", palabras que quedaron en el olvido durante siglos hasta su reedición. En el año 2000, el libro cayó en manos de la escritora, investigadora y subdirectora de la Biblioteca Histórica de la Universidad Complutense de Madrid, Mercedes Cabello Martín.

En sus textos, incluye comentarios de su vida en la aldea y de sus palabras se puede deducir que era un hombre culto, con conocimientos científicos de astrología, geometría, cosmografía y relojería. Él mismo decía que construía los inventos para ejercitar su mente y agudizar el ingenio para huir del "ocio vicioso".

Su capacidad de invención suscitó la admiración de muchos, pero también despertó la envidia de otros. Ni los ingenieros de la Corte de Felipe IV fueron capaces de descifrar el funcionamiento de las creaciones del cura gallego.

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