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De dos cocineras en el CHUO a más de cien

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photo_camera El grupo pudo conocer las instalaciones de la nueva cocina, que estará en funcionamiento en breve. (JOSÉ PAZ)
El CHUO ultima los detalles de la nueva instalación de cocina, un espacio de 1.500 metros cuadrados que permitirá las máximas condiciones de seguridad alimentaria. Los extrabajadores la miran con cierta envidia: "Eche enorme".

El germen del actual CHUO, el centro sanitario conocido como La Mutua de la calle Progreso, contaba con dos cocineras y una monja que ejercía como "gobernanta". La construcción de la residencia A Nosa Señora do Cristal supuso una cocina más grande, y a las dos trabajadoras iniciales se le sumaron siete pinches. El servicio creció –son más de 100 trabajadores–, los uniformes cambiaron –"eran moito máis bonitos os de antes"– y el espacio para trabajar se multiplicó. "Pero a nosa cociña non era tan grande, xa nos gustaría ter unha coma esta na nosa época", señala Tito Guzmán, exjefe de Cocina y trabajador del CHUO durante más de 30 años. 

Los extrabajadores del servicio tuvieron la oportunidad de conocer este lunes las nuevas instalaciones, un espacio todavía sin estrenar –estará en marcha en breve– de 1.500 metros cuadrados (la anterior tenía 700 metros) y con áreas de distribución para los diversos puestos. "Éche moi grande", comentó alguno de los presentes mientras Antonio Pazos, jefe de Cocina, se encargaba de enseñarle las cámaras de refrigeración, los nuevos hornos, las máquinas trituradoras... "Agora poden traballar con seguridade e comodidade. No noso caso era unha cociña vella sobre a que se facían reformas, adaptábaste como podías, pero a seguridade era relativa. Levábase con moito esforzo de todos", apunta Guzmán. El menú de entonces también cambió, así como el tipo de alimentos. "Antes había primeiro, segundo e terceiro, logo xa quedou no primeiro e segundo", comenta Pepa Requejo, extrabajadora. Los postres para los pacientes se hacían en el CHUO, caseros y "moi ricos" –bizcocho, flanes y arroz con leche, entre otros–.

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Trabajo y diversión


Durante las primeras décadas del edificio del Cristal, en cocina se trabajaba "mucho", pero los ahora jubilados aseguran, entre risas: "Moi ben nolo pasamos nós aquí". María del Carmen González, que entró a finales de los 70 en el servicio, recuerda: "A nós non nos tiñan que andar detrás os xefes para que traballásemos, pero no verán, antes de entrar, se podíamos íamos a Oira a tomar o sol". 

Según explican, gran parte de la plantilla era muy joven –alguna cocinera entró con 18 años recién cumplidos–, lo que ayudaba al clima distendido. "Facíamos comidas, magostos, celebrábamos o Nadal...", destacan. "Eu era tan feliz, non me custaba nada vir a traballar. E estiven moitos anos aquí, máis de 40", comenta Pepa Requejo. La del lunes fue una jornada de reencuentros entre antiguos trabajadores, charlas, abrazos, bromas. "A este non se lle ve o pelo dende fai tempo"; "Onde estiveches metido?" o "Hai que verse máis" fueron algunas de las frases que se escucharon en la cocina, después de la visita. Desde la gerencia se tuvo en cuenta el carácter emotivo de la cita, y los presentes se encontraron entre los nuevos fogones varias fotografías del antiguo equipo de trabajo.


Tecnología puntera y trazabilidad plena en la cocina


La nueva cocina cuenta con plena trazabilidad –seguimiento de los pasos de los alimentos–, un avance cualitativo para el servicio. "Esto é cantar e coser, as máquinas que hai permiten ter dun xeito moi sinxelo o que antes nos custaba moito", explica Tito Guzmán. Los equipos también permitirán no romper la cadena frío-calor, que aseguran la calidad.

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