Los negocios del centro Pontevella se vieron afectados durante media hora por el corte en el suministro

Desasosiego en las cajas registradoras

Los bomberos durante las labores de extinción, que se prolongaron hasta la caída de la tarde. (Foto: José Paz)
Los efectos del incendio alcanzaron, durante un breve período de tiempo, a los negocios emplazados en el centro comercial Pontevella y su radio de influencia. Faltó la energía durante media hora, en la que no se pudo hacer caja.
¿Nochebuena sin luz? Algunos lo pensaron. La ciudad miraba hacia Velle asombrada. Eran las 11.00 horas y el incendio, en su fase inicial, se mostraba pletórico. La calle Curros Enríquez permitía una vista inquietante del cielo, porque se veía una columna de humo espeluznante, en movimiento continuo, pero no podía acertarse de dónde procedía. Los ourensanos, detenidos en los semáforos, miraban a las alturas, preguntando ‘¿dónde arde?’ En el centro comercial Pontevella el suministro eléctrico cayó la oscuridad en mitad de la mañana, cuando las tiendas comenzaban a llenarse. Enfrentarse a la posibilidad de no hacer caja en un día que el cajón del dinero no hace más que abrir y cerrar para albergar billetes, llevó el desconcierto a pequeñas y grandes firmas. Las dependientas invitaron a los clientes a abandonar las tiendas, que permanecerían en stand by a la espera de que regresase el suministro eléctrico. La peor noticia, en el peor día. Las compras del 24 de diciembre, cuando muchos regalos están por cerrar y las mesas, de cara a la cena, por completar, representan cifras de negocio relevantes. ‘Está ardiendo un transformador en Velle’, dijo una señora a la salida de una zapatería. El dueño, a la puerta, la miró como diciendo ‘habló la listilla’. Tirando del hilo, la mujer contó que su hermano trabajaba en la subestación. Tenía de información caliente. En media hora volvió la luz.

‘Temimos fuego para tres días’

¿Y Velle? ¿Cómo se vivió el incendio por dentro? ‘Yo estaba en mi oficina. La cristalera da a la subestación. Fue una explosión en toda regla. Los transformadores son muy espectaculares cuando explotan’, relata Manuel Menéndez, responsable de la unidad hidráulica. ‘Fue crucial la rapidez con la que se actuó. Se batió un récord en la extinción’. Los bomberos coinciden. ‘Cuando llegamos -señaló un portavoz- temimos que hubiese incendio para tres días’. Puso el ejemplo de la subestación de Méndez Álvaro, en Madrid, que ardió durante varios días en 2004, y llevó el caos a la ciudad. En el caso de Velle, la falta de energía, cuando la subestación bajó a cero la tensión para proceder a las tareas de extinción, dejó sin semáforos una parte de la ciudad, lo que durante algunos minutos provocaron cierta congestión en el tráfico.’Llevo 20 años en Fenosa, y cuatro en Velle. Nunca me había enfrentado a situaciones como ésta’, admitió Menéndez. ‘Cuando vimos riesgos para las personas desalojamos a todos los empleados, menos el operador de control y yo. Las llamas estuvieron muy cerca de las oficinas. Hay apenas una calle entre el transformador y el edificio, lo que vienen siendo diez metros de separación’.

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