A algunos partidos la madurez le sienta bien. Las sienes blanqueadas no solo son una pista estética, revelan también la huella de lo vivido. En un universo político víctima de la alopecia, que algunas organizaciones presuman de canas reconforta. El BNG es hoy un partido maduro, más centrado, aunque a alguno de la vieja guardia términos como moderación les abra la úlcera. Los nacionalistas, herederos de las esencias del Telón de Grelos y del comando Os do Non, han modulado hasta a Breogán. En el Concello de Ourense cuentan con dos concejales merced a los 3.488 votos conseguidos, el 6,25% de los emitidos. Los del Bloque, quién lo hubiese dicho hace tiempo, han invitado a café. Convocaron en el Liceo a los demás partidos de la corporación municipal para ver si hay una salida al atolladero municipal. Tuvieron reflejos y al menos se llevaron un gesto, obligando a los demás partidos a retratarse. El PP se hizo el interesante y no acudió a la cita, faltaría más. Que los nacionalistas se pongan el traje de la responsabilidad institucional les da un plus, además de que sea una gran victoria que tomen café y se paguen una ronda de apenas cinco euros con sus rivales políticos. Esa ductilidad envía al desván aquel viejo Bloque Nacionalista Galego, que podría ser capaz de meter en la Praza Maior a mil personas dispuestas a tomar La Bastilla. El mismo BNG que se los puso al PP de corbata paralizando en tiempos de Cabezas una reforma del Jardín de O Posío, en una de las movilizaciones más demagógicas que por entonces podrían convocarse. El mismo BNG que entró al asalto en 1989 en el Concello de Allariz y aún no salió. Primero lo hizo por la fuerza de la testiculina, luego por la legitimidad de los votos. Pero el deseo, con los años, también se atenúa, las sienes se blanquean y ya se queda con los adversarios políticos a tomar algo. Ellos, que eran de café con aguardiente, se han pasado al descafeinado. Es más sano.
Dicen que disfruta mucho con el dolor
El psiquiatra de guardia en el Concello de Ourense propaga intencionadamente estos días que el todavía alcalde Jácome está disfrutando especialmente porque se sabe acorralado, huérfano de apoyos. Dicen que se crece, que disfruta cuanto más enfangado está el carajal. Parece ser que la primera autoridad municipal está para disfrutar con el dolor. Ahora un alcalde ya no está para solucionar problemas, sino para excitarse con alguna perversión. Debemos sostener a un gobierno de fusta y látex, de sórdidas relaciones basadas en el sufrimiento, con su dominatrix y todo. La Historia y sus leyendas están llenas de perversiones, también de lujurias, pero hoy no tocan. Toca recordar que hasta nuestros días llega aquel Nerón que incendió Roma mientras tocaba la lira o la cítara, dice la leyenda. Arden las entrañas del Concello mientras desde el balcón consistorial se disfruta con el dolor causado, que también es una forma de sadismo.
Aún nadie decreta el alto el fuego
En esto de las perversiones, en el PSOE ourensano también podrían dar un master. Con una voluntad digna de mejor causa un dirigente de este partido trataba de explicarme la melé en la que están. Que si gestoras, que si provisionalidad, que si los órganos de gobierno, que si el grupo de A y el grupo de B... El PSOE en Ourense es un partido de grandes cifras, que va camino de convertirse en uno de números primos (me refiero a su capacidad para dividir y dividirse) en donde la mayoría pugna por ver quién hace mejor el primo. En pocas ocasiones como en esta han tenido la oportunidad de granjearse las simpatías en la corporación y en la sociedad. Los socialistas arrastran una contrastada fama guerracivilista en la provincia y parecen ignorar que si siguen por este camino tendrán que parar al menos para recoger sus propios cadáveres y enterrarlos en la gigantesca fosa común en la que se ha convertido la política. Sería el colmo de la perversión.
Siguen pasando cosas o las mismas
Mientras Jácome sigue despertándose pronto no para ir a trabajar, sino para leer de forma compulsiva La Región, cosa que está bien, en Ourense todo sigue a su ritmo, con su particular mimetismo y su ritmo candino. Los incendios no faltan a su cita y los ourensanos nos seguimos lamentando de sus imágenes con el mando a distancia en una mano y una cerveza bien fría en la otra. Sigue Renfe con sus cosas de recortes de servicios para que el PP se haga ahora el escandalizado. La vendimia da sus últimos coletazos entre las clásicas valoraciones de la calidad y esas cosas. Más allá de Ourense, hasta Venus nos ha descubierto secretos para alejarnos de lunáticos y marcianos.
Hasta la misma puerta de la muerte
Muy fina la línea de la muerte. A un lado la destrucción, al otro de la tapia el silencio de la ausencia. Los incendios forestales en Ourense ya no son un problema para nosotros, como los muertos, que no molestan. Si verdaderamente nos preocupasen hubiesen surgido soluciones porque hace años que lloramos en verano para reír en invierno. El fuego y sus devastadoras consecuencias vienen al calendario como una consecuencia natural, porque tiene que arder. Es como la muerte, estamos predestinados, no podemos escapar. Todos los veranos es Día de Difuntos, no solo el uno de noviembre.