El público se desplegó por todas las aceras, bordillos y jardines desde As Lagoas hasta el centro para no perderse nada
Las manecillas que marcan el compás de la ciudad ayer iban sin frenos y embaladas. A primera hora de la tarde,el reloj del Entroido había conseguido dar cuerda a un hervidero de personas que ocupaban todas las aceras, bordillos y jardines desde As Lagoas hasta el centro. El desfile con sus más de sesenta comparsas era el culpable de que el tic tac de las horas fuese diferente.
Entre los primeros puestos de la comitiva, una agrupación de mariposas extendió sus alas y brotó el brillo que dominaría todo el desfile. Los "Lolailos" hicieron infinita la magia de los cuentos de Disney con una carroza a la altura de un mundo de fantasía.
Las ANPAS de los colegios también pusieron su granito de arena y permitieron al zorro pasearse entre las gallinas, a las arañas tejer sus telas y a una pequeñaja ser la jefa de una numerosa tribu.
La animada coreografía de los Mr. Potato invitó a ver y oír las cosas buenas que tiene la vida. El Gran Casino Vistahermosa también abrió sus puertas para aquellos que prefieren dejar los asuntos a la suerte. Probar fortuna fue sencillo con sus grandes ruletas.
Hubo quienes entendieron el Entroido como una película y pusieron las cajas de palomitas a desfilar. Entre el público algunos se sintieron como en el cine y se llevaron las sillas plegables para disfrutar del espectáculo como si estuviesen en el salón de su hogar.
Lo salado llamó a lo dulce y poco después apareció una agrupación disfrazada de Kinder Sorpesa. Los de Canedo se encargaron de la cerveza made in casa, que llegó en un gran barril. Notas musicales, pentagramas, partituras, arpas y acordeones postularon para ser la banda sonora del evento.
Dicen que el reloj no existe en las horas felices, por eso que el desfile ocupase toda la tarde no supuso ningún inconveniente para los asistentes. Al contrario, significaba estar en hora con el Entroido y eso era lo único importante.
