Desmadre por obras en el centro de Ourense
El caos de las obras del Concello de Ourense despista a viandantes y conductores. Los usuarios de calles como Bedoya, Valle Inclán, As Mercedes, Cardenal Quevedo, avenida de la Habana o San Lázaro sufren a diario la ciudad levantada
El centro de la ciudad de Ourense es un desmadre: las obras obstaculizan al peatón y al conductor, que no disponen de indicaciones sencillas ni claras para circular. Si uno se descuida tiene que hacer cola para ceder el paso. Para el que tenga dificultades de movilidad o viaje en silla de ruedas o con un carrito de bebés, la odisea se le presentará en forma de película de terror. Las obras del Concello de Ourense han dinamitado las calles más céntricas de la ciudad (Parque de San Lázaro, Bedoya, Valle Inclán, As Mercedes, Cardenal Quevedo, avenida de la Habana…). De hecho, prácticamente los únicos carteles que encontrará el viandante en estas zonas serán los de propaganda amarilla: el Concello patrocina estas obras.
La ruta de las obras
La ruta empieza en el entorno del parque de As Mercedes. Después de un tranquilo viaje en las rampas de la rúa Concordia, el peatón se encuentra con otra calle levantada. Un minúsculo hueco en la curva de As Mercedes, casi imperceptible, deja paso. Más de uno se despista y da toda la vuelta por el interior del parque. Especialmente si el trayecto se hace por la noche y con visibilidad reducida. Las vallas tapan hasta la máquina de la ORA.
Alcantarillas apiladas
Al bajar hasta Valle Inclán, en la placita que antes coronaba la estatua de Los Ramones, los materiales de la obra están a la vista. Prácticamente sin protección. Alcantarillas de Ourense -patrimonio industrial- se apilan en las vallas que estrechan todavía más la calle. El material nuevo, a la vista de los vándalos, ocupa el mismo sitio que las baldosas antiguas. De la escultura de Los Ramones ni rastro: en abril prometieron restaurarla en un mes. Ya han pasado casi dos. A cambio, solo está el pedestal. Y, en el mismo punto, baches llenos de balsas de agua.
El camino por Valle Inclán no es sencillo: las indicaciones son escasas. Hay vecinos que entran a su portal a través de una rampa improvisada. También está afectado un negocio. Más de uno opta por caminar por el centro de la calle, visto el caos de las obras.
Especialmente problemático es el paso de peatones de la rúa Bedoya, uno de los de más tránsito. En dirección al Parque de San Lázaro, siguen los cortes y la falta de indicaciones. Un cartel dice: “Peón, circule pola súa esquerda”. Sin embargo, la derecha está sin vallar y sin rastro de actividad.
Al llegar a la parada de taxis de San Lázaro, una de las más solicitadas, no hay taxis. Tampoco avisos. Hay que adivinar que están en otra calle. Han cercado el paso de peatones que da acceso a la rúa do Paseo sin explicación: han vallado solo esa parte, por lo que los transeúntes cruzan a la aventura donde pueden.
La ruta continúa por la rúa Xaquín Lorenzo Xocas. Al llegar hasta el cruce con Cardenal Quevedo, el peatón se encuentra la sorpresa: los taxis. La parada solo está indicada aquí, pero no hay avisos visibles en la tradicional parada del San Lázaro.
Como en un circuito
En Cardenal Quevedo, la aventura de las obras la sufren más los conductores que salen del párquin: las vallas dibujan lo que podría ser un circuito de karts. Llevan a los vehículos por un laberinto en el que tienen que subirse hasta la acera para seguir ruta. Al final de la calle, en un portal, lucen los restos de un cartel roto patrocinado por el Concello de Ourense. “Cortes de tráfico en los entornos del Parque San Lázaro”, reza el desgastado papel, firmado en octubre de 2022.
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