Con 52 años, Paz Fernández tuvo que superar una difícil prueba en el camino de su vida. Un cáncer de mama hizo su aparición para trastocar todo lo que había construido con su marido, sus tres hijos y su nieta, mientras el segundo todavía no llegaba. "É un camiño largo e difícil que nunca superas de todo", afirma.
Este capítulo de su vida comenzó con una serie de problemas ginecológicos que la llevaron a someterse a controles periódicos con un especialista. "Eu pasaba revisións constantemente desde ese momento, ata que nunha viron algo nun peito", recuerda. Esa cosa sospechosa, del tamaño de un "garbanzo", se mantuvo estable de tamaño y posición, por lo que los especialistas decidieron no tocarlo hasta que pasaron tres años: "Entón preguntáronme se quería facer unha biopsia, porque cada tres meses facíanme unha mamografía e iso supoñía moita radiación para o corpo", cuenta.
Ese primer paso desencadenó todo lo que vino después. Sus doctores se reunieron para ver si era la mejor solución ante un posible cambio de ese tumor que tenían controlado. "Non sabiamos se era maligno ou benigno, polo que eu púxenme nas súas mans", rememora. Ahí comenzaron las pruebas con una punción y una biopsia, en la que ya perdió una parte del pecho en una época en la que no se disponían de los mismos avances que ahora.
Un mes después, a las puertas de la Navidad de 1999, recibió el diagnóstico. El tumor era "malo" y los médicos determinaron que tendría que someterse a una nueva operación porque había otra zona afectada alojada bajo la axila. "Nesa ciruxía xa me quitaron todo o que estaba afectado polo cáncer", comenta. Después ya vinieron las sesiones de radioterapia y los cinco años que estuvo bajo tratamiento de quimioterapia con pastillas.
Ahora, con 73 años, sigue con sus revisiones, algo que considera "fundamental" en lo que fue el proceso que vivió, pero que no aleja los temores: "Cada vez que che dan os resultados das mamografías tes o medo de que haxa algo que non vai ben", afirma.
Preocupación con la familia
La familia entera trató de lleva r la situación con la normalidad posible, para no afectar al estado anímico de Paz. Pero algunos momentos la devolvieron a la realidad, especialmente cuando su hijo menor, que tenía 12 años y por el que más temía si las cosas no salían bien, le preguntó si tenía la "enfermedad de la que se muere toda la gente". Y no solo eso. Por antecedentes, su única hija, se somete a controles periódicos para detectar posibles anomalías y atajarlas cuanto antes.
De esta experiencia se lleva una importante lección: "Aprendín a valorar máis as cousas por que a vida non se sabe canto durará", destaca.
Los colores de la Ponte Vella, un nuevo homenaje
Las posibilidades cromáticas de la iluminación de uno de los símbolos de la ciudad ayudará a recordar que hoy es el Día del Cáncer de Mama, de ahí el color rosa. El Concello de Ourense había anunciado el encendido de la iluminación especial a las 21:00 horas de ayer, hecho que finalmente no se produjo. Sin embargo, el color rosa en el monumento queda reflejado, aunque sea en la foto de archivo.
