Las colas -que se han convertido en norma con la llegada de la crisis sanitaria- eran ayer más evidentes si cabe en las calles de Ourense, especialmente las de los supermercados. En establecimientos como un súper de O Couto, un empleado va dando paso a grupos de seis o siete personas a un ritmo de 15 o 20 minutos cada uno. Con calma intenta explicar a los clientes que hay que seguir esperando, que esto es lo que toca.
"Hay un matrimonio que se llevó dos carros de compra cuando empezó esta historia y lleva desde entonces sin salir de casa; así es como tiene que ser. Lo que no es normal es que haya gente que venga todos los días, y dos o tres veces en una mañana", explica. La existencia de estos ciudadanos a los que "se les olvida" siempre algo y vuelven al supermercado tras haber hecho una primera compra no es exclusiva de O Couto. Un empleado de otro súper en el barrio de A Ponte explica que "hay quien te dice si a la tarde estamos abiertos y cuando le decimos que sí te responde que entonces vendrá a hacer otra visita".
No son la generalidad, sin embargo, estos ciudadanos que, con la disculpa de ir al súper, aprovechan para dar más de un paseo. Fátima García, que acaba de salir del de A Ponte, señala que "yo voy una vez a la semana y cojo lo que preciso". Entiende que "desabastecimiento no hay", y comprende que "hay cola pero tampoco he tenido que esperar mucho".
Cola en el barrio de A Ponte, ayer, para acceder a un establecimiento de productos de alimentación.// Óscar Pinal
La comprensión por esta situación de guardar las distancias es la tónica general, aunque siempre hay sus excepciones. "Hay alguna gente que viene un poco estresada, que te dice que es que hay mucha gente, pero nosotros lo que controlamos es el aforo, y después, dentro del establecimiento, es cada cual el que tiene que mantener la distancia de seguridad", explica un trabajador.
Además de las colas, uno de los aspectos que está caracterizando esta crisis es el incremento de los pedidos a domicilio. Así lo confirma la encargada del súper del Centro Comercial Ponte Vella: "En ese tema habremos aumentado hasta un 40% los pedidos, y no sólo se trata de gente mayor, como pudiera pensarse".
Un detalle que se hace especialmente acusado en la Plaza de Abastos. "La gente pide algo exagerado, nos habrá subido mucho más de un 50%, porque aquí hemos aplicado el sistema de la plaza de Santiago y desde la carnicería, por ejemplo, le llevamos al cliente también las hortalizas, el queso... la compra completa. Y así con todos, si piden en frutería le llevan también el pescado y lo demás", señala María Paz Lloves, de carnicería Milucho.
Margarita Otero, de Frutas Margarita, certifica que el trabajo del día ha sido "sobre todo con los pedidos; dan bastante trabajo pero compensa; piden sobre todo naranjas, manzanas, tomate...". "Es un no parar, yo he vendido esta mañana dos terneros enteros", subraya Paz Lloves. Es un buen ejemplo de la jornada trepidante que se vivió ayer en prácticamente todos los establecimientos de comestibles de la ciudad y, muy especialmente, en los supermercados, que solo tuvieron un leve descanso entre las dos y las tres, para volver después a la tónica general de esta crisis sanitaria: las colas para hacer la compra.
Esta es la última medida de seguridad frente al COVID-19 adoptada por la empresa de alimentación, con la que garantiza que su personal pueda acudir de forma inmediata a los servicios médicos y ningún trabajador con fiebre se incorpore a su puesto de trabajo. En total, se están distribuyendo más de 300 unidades.
Los supermercados de esta cadena permanecerán cerrados hoy Jueves y el Viernes Santo con el objetivo de "que el equipo humano pueda recuperarse y descansar dos días consecutivos", señalan desde la cadena, que refuerza sus medidas de seguridad con el reparto de pantallas de protección facial a los trabajadores.
