OPERACIÓN ZAMBURIÑA

Hasta diez confidentes colaboran con el grupo de drogas de la Policía

Agentes involucrados en la lucha contra el narcotráfico dicen que los informadores "son necesarios e imprescindibles" 

La operación Zamburiña que desmanteló una banda organizada dedicada al tráfico de drogas en la ciudad, con 15 imputados, tres de ellos en prisión provisional, puso en tela de juicio la relación entre policías y confidentes. De hecho, cuatro agentes del Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Ourense, dos de ellos detenidos, figuran en la causa porque, a juicio del grupo de investigación de Asuntos Internos, se extralimitaron. Sobre todo, según dicen, el jefe de la unidad, A.R.F.; tanto a la hora de favorecer el tráfico de estupefacientes entre delincuentes colaboradores como a la hora de facilitarles informaciones policiales (revelación de secretos).

No obstante, el Sindicato Unificado de Policía (SUP), que asumió la defensa de los agentes encausados, asegura que se trata de compañeros muy concienciados con la lucha contra el tráfico de drogas que sólo se valieron de los informadores para desmantelar a grupos activos, pero nunca los protegieron ni los favorecieron.

En el propio cuerpo policial, defienden el uso de confidentes en las labores de investigación de un delito que no parte de hechos consumados. "Pensar que un grupo de drogas trabaja sin confidentes es creer en los Reyes Magos", asegura un policía con años de experiencia en el narcotráfico. En las investigaciones de grupos a mediana y gran escala -puntualiza-, "las aportaciones de los informadores son necesarias y fundamentales”. La razón hay que buscarla en los intestinos del delito: "Partes de algo muy inconcreto y hay que realizar muchas averiguaciones" Sin olvidar que las personas que llevan a cabo esta actividad delictiva no se dejan ver y ellos, al no distribuir droga a pequeña escala (menudeo) son muy difíciles de detectar. Máxime cuando “suelen tener una vida normal, una actividad laboral que justifica sus ingresos, que les hace pasar desapercibidos”.

El grupo de drogas de la Policía Nacional Ourense, según precisan fuentes próximas, cuenta con un cartel de informadores que se mueve entre los seis y diez, dependiendo del momento. Pero la unidad sólo dispone de seis funcionarios adscritos y pocos medios materiales, asegura un policía, por eso defiende que “la aportación del confidentes es básica”. El esquema se repite en la lucha contra el terrorismo.

En estas organizaciones criminales, aclaran fuentes policiales, hay un férreo control interno, por lo que “la infiltración de un agente suele ser prácticamente imposible y fácilmente detectable”. Pero ¿y dónde se buscan los confidentes? Según precisan policías consultados, la interacción se busca “entre los consumidores habituales o personas directamente implicadas en la actividad delictiva”. Muchas veces el temor del delincuente a ser detenido hace que busque contactar y entablar una relación con el agente.

El mayor problema es ganarse su confianza, sobre todo ahora que no hay dinero de los fondos reservados para pagarles sus servicios. Ahora se les abonan con promesas. "Ofrecemos falsas garantías de cobertura, protección e impunidad ante la actividad delictiva que puedan realizar. Son promesas que nunca se llegan a cumplir", precisa fuentes policiales .

Un juego de embustes en el que el policía y el confidente son plenamente conscientes de que ambos mienten: "El policía sabe que su informador le dice que no vende droga o, en caso de reconocer su venta, siempre le engañará en el tiempo y la cantidad, mostrándose como un pequeño distribuidor que proporciona datos y privaciones de libertad de otros delincuentes más importantes".

Reconocen eso sí que no suele actuar directamente contra el informador a no ser que se le observe llevando a efecto una actividad delictiva concreta o bien que se tenga información fiable alusiva a que efectúa una actividad ilícita de relevante entidad.

En caso contrario, "se suele aplazar su privación de libertad hasta el momento más oportuno", añaden esas mismas fuentes. Pero nunca se les permite que salgan indemnes. n
 

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