Diez muertos en 25 años por los incendios de la provincia

Uno de los incendios de este 2022, en Oímbra.
photo_camera Uno de los incendios de este 2022, en Oímbra.
En 2022 no hubo fallecidos, pero solo 2011 lo supera en hectáreas quemadas en todo el siglo XXI

La campaña contra incendios forestales de este 2022 finalizará a en dos semanas, aunque algunas brigadas helitransportadas ya plegaron sus dispositivos ayer. Los que trabajaron en la extinción de incendios definen este verano como “un maratón”, ya que durante los meses de julio y agosto el fuego no dio tregua: fue el segundo año del siglo XXI -solo superado por 2011- con más hectáreas quemadas, cerca de 32.500. 

Sin embargo, aunque esta temporada se perdió más terreno, no hubo que lamentar víctimas mortales, algo que sí ocurrió en 2017, el año más trágico de la década. 

El domingo se cumplieron cinco años del fallecimiento de Marcelino Martínez, un vecino de 78 años de Carballeda de Avia que quedó atrapado en un cobertizo que  las llamas consumieron en poco tiempo. El fuego no estaba cerca de la vivienda y el hombre aprovechó para tratar de salvar a los animales que tenía en el sotechado. Lo que no se esperaba es que una ráfaga de viento cambiase la dirección  de las llamas y se precipitasen sobre su propiedad. 

10 fallecidos en 25 años

En los últimos 25 años, hasta diez personas perdieron la vida en la provincia de Ourense al ser víctimas de un incendio forestal.  La muerte de Marcelino Martínez es de las más recientes, pero no la última. En 2020, un piloto portugués perdía la vida en la parroquia de Manín (Lobios), al estrellarse su avioneta cuando realizaba labores de carga y descarga. 

En 2019, un grupo de agentes forestales que acudían a un conato de incendio en Bande, hallaban el cuerpo quemado de un hombre de 71 años que estaba realizando una quema autorizada. No pudo controlarla. 

En 2012, el brigadista Higinio Vivas, de 59 años, moría carbonizado  cuando sofocaba un incendio forestal en los alrededores de la localidad de Piornelo (Castrelo do Val). Un año antes, en 2011, el piloto Íñigo Zubiaga perdía la vida mientras  realizaba la primera descarga de agua sobre las llamas de un incendio originado en Monterrei. No logró subir y se estrelló. 

En 2008 la tragedia volvía a golpear. Severino Basalo, un vecino de 96 años residente en Viana do Bolo, moría asfixiado y calcinado en una finca de su propiedad en la que, según parece, estaba realizando labores de limpieza mediante una quema no autorizada, que después se convirtió en un incendio forestal. 

En 2005 fallecían dos personas. La primera perdía la vida el 7 de julio, cuando una avioneta caía en Beariz. El piloto, José Manuel Maroto, de 42 años, fallecía en el acto. Un mes después, el 6 de agosto, otro accidente de avioneta acababa con la vida de Antonio Díaz, que impactaba en Medeiros. 

En 2004, el avión que pilotaba Diego Tomás Scodeller caía al vacío, también en Beariz. 

Además, en 1998, el brigadista Ignacio Leal perdía la vida en el Xurés cuando participaba en las labores de extinción de un fuego que afectaba al Parque Natural.  

Repoblar el rural

Cristóbal Medeiros, de la Brif Laza, explica que “por mucha prevención que se haga, si no se trabaja en repoblar el rural, no van a surgir grandes avances en la extinción de incendios”. Durante toda la campaña, su  grupo de bomberos tuvo que realizar 64 salidas. Los fuegos de Carballeda de Valdeorras, O Invernadoiro, Ribadavia u Oímbra, fueron algunos de los destinos en los que actuaron, en lo que Medeiros califica como “uno de los años más duros de incendios”, como fue 2006, 2011, 2017, o 2020. La gravedad de las llamas está ligada, para el bombero, a unas condiciones climatológicas cada vez  más extremas y a una dejadez en el cuidado de  las villas rurales, donde el peligro aumenta en proporción a la despoblación. 

La última vez que tuvieron que intervenir en la extinción de un incendio fue el 4 de septiembre, “desde entonces llevamos una tregua”.

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