Divagando sobre clima, gentes y la peregrina Egeria

El segundo rey de Roma, Numa Pompilo, ante el oráculo de la ninfa Egeria, muy representada en el Renacimiento y posteriores siglos.
photo_camera El segundo rey de Roma, Numa Pompilo, ante el oráculo de la ninfa Egeria, muy representada en el Renacimiento y posteriores siglos.

En abril aguas mil. Ni para tanto da el mes. Son más bien aguaceros de raudo tránsito incapaces de llenar esos embalses vacíos de Lindoso, en el curso inferior del Limia, el de As Portas en el curso medio del Camba antes de desembocar en el Bibei; el de As Conchas, más que semilleno, y los del Miño, en su casi normal cota. El de Salas, siempre semivacío por razones de estructura de una pared que se asienta sobre granito movible, y de que el curso del río, de escaso recorrido cuando embalsado; sigue en el mínimo el mentado de Lindoso dejando al descubierto por donde discurría el Limia, casi encañonado, que a partir de la presa mucho más, solo que en el tramo del agua represada parecería un río propio de parajes desolados como si del cañón del Colorado se tratase. Así las lluvias no dan ni para chufas, que se decía por baratas. Estamos ante un cambio parece porque incluso hay como un retorno a la invernía, que uno recuerda pocos abriles tan fríos donde aun los anoraks son la dominante; se sospecha que no habrá transición entre el invierno y el verano con esa primavera intermedia que solo se deja ver por el brotar de las imparables plantas, con más escasos cantos de las aves, en esa vida que bulle por todas partes, pero el cuco fiel a su primaveral cita, anda requebrando con su monótono canto a potencial pareja, y siempre se dejará oír esta migratoria ave que tanto aprovecha la crianza de su descendencia por parte de otras aves, depositando el huevo en nido ajeno con el agravante de que arrojará del nido a los huevos o crías de otras aves.

Ni el moderador mar hizo de la costa amenizado clima, salvo contados días, ni las lluvias dejaron de ser intermitentes. Con este panorama parece que refugiarse y llenar los eventos bajo techo explica los llenos de tantos actos culturales de los que no exenta la ciudad, a pesar de ser castigada por ciertas autoridades al ostracismo cultural o eso se divulga, que por más que uno por ahí vaga no halla tales ausencias y si en algunas oficiales descabezadas, se dice que por no rentables (por falta de asistencia pública). Si la cultura se midiese en asistencia. 

En medio de este tráfago me encuentro en el Liceo, que tanto potencia Javier Casares y su directiva en culturales sucesos, me hallo en una proyección que se titula Egeria, la primera peregrina a Tierra Santa, porque Santiago no se había ni esbozado en el siglo IV, sino en el VIII, a partir del mito del Apóstol. Con Luis Menéndez Villalva, autor de ese documental, que explica que de laboriosa factura las filmaciones en lugares donde la temperatura a la sombra era de 45 grados. Egeria suena más a ninfa, entre realidad y mito, que a peregrina, que más que al parecer lo fue, según base documental desenterrada poco ha, de esa primera mujer, que pudiente parecía ser y acaso emparentada con el emperador Teodosio, la cual partiendo de Celanova, se cree, o de a Baixa Limia o del Portugal frontero, o del mismo Mondoñedo, en todo caso una mujer noble o pudiente de la Gallaetia, se fue de peregrinación con escolta de un pequeño pelotón  de legionarios romanos, lo que explica que era una pudiente, que dotada de ese ánimo más místico que viajero, porque monja, salió de este noroeste hispánico y anotando iba en unas hojas todo su periplo,  un precedente en unos cuantos siglos, del Códice Calixtino o liber Santi Iacobi, todo su discurrir por esos países de la Hispania romana, la Galia, Cisalpina y Trasalpina, el Veneto, los Balcanes, se plantó en la Constantinopla, fundada por el emperador Constantino, llamada a lo largo de los siglos Bizancio y después Estambul, viajó hasta Jerusalem, Nazaret, Betania, el lago Tiberíades o el Mar Muerto; en su vuelta se le perdió la pista allá por Turquía. Como está de moda, se presentará un libro, en este mismo Liceo, el último sobre esta bravísima mujer en un mundo dominado por la testosterona. Egeria también es el nombre de una famosa ninfa, del séquito de la diosa del amor y la belleza, Venus en Roma, Afrodita en Grecia,  mítica consejera y esposa del segundo rey de Roma, Numa Pompilio, porque el primero es Rómulo, y el origen de leyenda de Roma se relaciona, además de la famosa Lupa o Loba, con Eneas, el príncipe troyano huido de la devastada ciudad epicentro de la Ilíada, llevando consigo a hombros, como se le representa en la iconografía y pinturas, a su anciano padre Anquises, recalando en Italia donde casaría con princesa latina o etrusca, mítico predecesor de los también míticos fundadores de Roma: Rómulo y Remo.

En el Liceo en la post proyección, de saludos con toda la familia Menéndez - Villalva, con el patriarca Luis que bien lleva su más de noventa, de muletas, pero de la clarividencia y agudeza de siempre sin perder ese humor tan personal suyo no exento de cierta graciosa sorna, a según con quien; su consorte Julia, de carácter de continuo positivo; Mª Teresa Villalva; Eduardo, el presentador, presidente de la fundación Otero Pedrayo; Juan Saco, expresidente. Abarrote de la sala, y una Maribel Outeiriño, que después vista, incide y coincide que la proyección por el reducido tamaño de la pantalla para tan amplio salón, un tanto deslucida. Una pena que esa impresión quede cuando el esfuerzo y oficio son palmarios en esa producción que, itinerante, vaga por la Galicia y en la que ese Menéndez que nos deleitó desde la TVG con sus crónicas viajeras de la emigración gallega por América del Sur, Central y del Norte, entre otras de sus muchas producciones de este ágil periodista ourensano que pulió su estilo y afiló su perspicacia en la Redacción de este diario.

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