Escritor y profesor jubilado

Eduardo Díaz Fidalgo: ‘Me enamoré de una señora llamada literatura’

Eduardo Díaz Fidalgo adelanta lo que será su sexto libro ‘Aprendiz de Cacique’.
La trayectoria literaria de Eduardo Díaz Fidalgo (Pereiro de Aguiar, 1928) se centra en cinco libros: ‘Memorias de un maestro en la escuela’, ‘Batida de zorras’, ‘Aconteceu en Ningures’, ‘O Escachademos’ y ‘O señor da Meda’. Sin embargo, Fidalgo dedicó la mayor parte de su vida a la docencia, siendo director del Colexio Público e Prácticas Anexo de Pontevedra, hasta su jubilación.

¿Cómo surge su pasión por la literatura?

En el Bachillerato me llamaban ‘el poeta’, pues mis compañeros sabían que me gustaba escribir. Desde mi juventud me enamoré de una señora llamada literatura. Las cosas comenzaron a funcionar entre nosotros.

Hace dos meses presentó su quinto libro ‘O señor da meda’ y ahora ya prepara otro

Así es, ‘O señor da Meda’ acaba de salir del horno, estoy muy contento con los comentarios recibidos, pero ya estoy cocinando una nueva novela, que se llama ‘Aprendiz de Cacique’.

¿De qué trata este libro?

Es la historia de un joven que escapa de casa y se va a vivir con los gitanos, hasta encontrarse con un cacique que lo instruye para convertirlo en su sucesor.

¿Cómo crea sus obras?

A simple vista, parece que son anécdotas autobiográficas, pero contienen una gran parte de his toria gallega, principalmente de Ourense.

¿Cuál de sus obras refleja mejor a Ourense?

‘O señor da Meda’. Una historia real que contaban los ancianos de la aldea de Loñoá, y que tuvo lugar en un pueblo muy pobre hace más de 50 años. La gente de aquel pueblo vivía en la miseria y pasaba mucha hambre.

¿Quién era el señor da Meda?

Un terrateniente rico y sin escrúpulos que explotó a sus vecinos, cobrando créditos de usurero. Pasó a ser propietario de la gran mayoría de las tierras.

Además de escritor, usted dedicó su vida a la docencia, ¿qué recuerdos atesora?

Me entregué a la docencia. Toda mi trayectoria la reflejo en el libro ‘Memorias de un maestro en la escuela’. La enseñanza era muy dura. El caudillo no miraba por los maestros, de ahí el dicho ‘pasar más hambre que un maestro de escuela’. Sin embargo, si el maestro trabajaba, el pueblo se encargaba de su manutención. En aquella época el cura y el maestro eran los amos del pueblo.

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