CRÓNICA

Un ejemplo de ayuda mutua

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photo_camera Mayores y niños plantaron fresas en el huerto del colegio Terras de Maside.

Niños y mayores de la residencia Casa Grande de Maside celebraron el día europeo de la solidaridad y cooperación entre generaciones, con azada en mano, cultivando fresas y lechugas en el huerto escolar. 

El colegio CPI Terras de Maside se convirtió ayer en un punto de encuentro entre jóvenes y mayores, coincidiendo con el día europeo de la solidaridad y cooperación entre generaciones. Los usuarios de la residencia Casa Grande de Maside, que pertenece a la Fundación San Rosendo, se desplazaron hasta el centro para participar en una jornada muy ajetreada en la que con azada en mano, aprendieron a los más pequeños a cultivar fresas y lechugas en la huerta del colegio. Una mañana en la que no faltaron las risas y también alguna que otra lágrima de emoción.

El objetivo de la actividad era mejorar la interacción entre niños y mayores a través del intercambio de experiencias y conocimientos. Ambas partes salieron beneficiadas: Los niños aprendieron a ver a los mayores como una fuente inagotable de sabiduría mientras "os maiores se sinten máis activos ao ter a oportunidade de explicarlles aos cativos como é o traballo no campo do que eles tanto saben", explicó María José Rodríguez, directora de la residencia Casa Grande de Maside. El huerto escolar se convierte así en una excusa para que mayores y pequeños sigan en contacto el resto del año. "Durante as vacacións de verán coidamos da horta, regámola e recollémoslle o froito", añadió la directora de la residencia. Estas Navidades también cuidaron de la mascota del colegio, un conejo.

Romper estereotipos y favorecer el entendimiento entre los diferentes grupos de edad es otro de los objetivos de la actividad. Para ello, los usuarios de la residencia y los escolares plasmaron en un mural las ideas que tenían del otro colectivo. Para los más pequeños, ser una persona mayor significa saber canciones y cuentos y hacer comidas ricas. También es sinónimo de llevarles al parque. Los más veteranos recordaron su niñez, marcada por las huellas del hambre y en la que tuvieron que abandonar la escuela en edades muy tempranas para ir a la escuela. Los jóvenes también conocieron de primera mano cómo fue la experiencia de sus mayores al verse obligados a marcharse fuera de Galicia en busca de trabajo.

En definitiva, recuerdos que hicieron saltar las lágrimas a algunos de los usuarios de la residencia y que los pequeños calmaron obsequiándolos con un dibujo pintado por ellos mismo y dos plantas, a las que los mayores tendrán que cuidar tan bien como su huerto cuando ellos están de vacaciones.

A nivel emocional, jornadas como la de ayer contribuyen a combatir sentimientos de soledad y aislamiento, emociones que en ocasiones sufren las personas mayores durante su vejez. Aumentan su autoestima y vitalidad pero también se constatan beneficios en el plano cognitivo al mejorar su memoria y potenciar sus habilidades sociales.

El encuentro intergeneracional de ayer se enmarca del proyecto Experiencia activa, una iniciativa de envejecimiento puesta en marcha por la Fundación San Rosendo y el diario La Región contando también con el patrocinio del Grupo Inditex.

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