Pasó lo que pasó

Ourense, entre el crédito y la bancarrota

Las promesas municipales asustan a los mercados. Nadie quiere financiar semejante cúmulo de promesas incumplidas. El crédito social cae y a este gobierno local ya solo confía en Cofidis

A un paisano, incapaz de cumplir con el trabajo encomendado, le censuró su jefe: "¡Non tés palabra!" Apesadumbrado y cabizbajo acertó a decir el trabajador: "Palabra teño, o que pasa é que véxome negro para cumprila". El patrono soltó una risotada, insuficiente para evitar el cabreo. En esta ciudad del despiporre seguimos de victoria en victoria hasta la derrota final. Enumeraba este periódico que en apenas seis meses el alcalde Jácome había inclumplido al menos una decena de promesas que traía en el zurrón cuando llegó al puestiño. Pronto emuló a Enrique Tierno Galván, el viejo profesor y exalcalde de Madrid: "Los programas electorales están para ser incumplidos". De seguir así, en seis meses más la lista de deberes sin hacer del alcalde ourensano llegará a la veintena. Por lo tanto, se plantará en el 2023, final de su mandato, con 80 promesas incumplidas. En la página web de Democracia Ourensana, la marca (no partido) con la que quedó tercero en las elecciones municipales y que le sirve para mandar (gobernar es otra cosa), aparece un programa electoral de 44 puntos. Por lo tanto en unos dos años se habrá pulido todo su capital político, laminado todo su catálogo de promesas. Como el derrochador que gasta todo el sueldo los diez primeros días y anda el resto del mes mirando las condiciones de los créditos de Cofidis o dando sablazos a la familia y amigos. ¿Qué hará los otros dos años? Me imagino que vivir de gorra, a cuenta del prójimo. Se encargará de incumplir las promesas del PP, su socio. Luego irá a incumplir las de la oposición. Todo este mandato es un préstamo personal con intereses que rozan la usura. Con este mandatario municipal hasta Cofidis entraría en bancarrota. Mientras, el crédito que se está agotando es el de la palabra, como la de aquel paisano.  

No lo veremos gritando: ¡Esa luz!

A Abel Caballero le queda mecha como alcalde de Vigo. Si quiere, cuando acabe, puede llamar a las puertas de las eléctricas. Tiene asegurado un puesto en el consejo de administración de todas las fenosas. Lo tiene más merecido que Aznar y Felipe González, que fueron a los consejos de administración de las compañías del sector por la vía de las puertas giratorias. No me lo imagino reprendido en casa por no apagar las luces al salir de la habitación, temeroso del sablazo del recibo. ¡Esa luz! No lo veo cantando "apaga o candil". Caballero crea escuela y empuja a los regidores a competir en luminarias navideñas. Y los que no pueden igualar en lucería y pirotecnica, caso del de Ourense, se consuelan en la justificación. No podemos competir, reconoce contrita la concejala de bombillas del equipo de gobierno local. Y se deshace en justificaciones públicas, como una Boabdil entregando Granada. Lamenta que el expediente de contratación del sistema de alumbrado no esté en la fecha prometida y la ciudad lamenta que la concejala lamente, como única explicación. Y entre lamento y lamento los ourensanos han mirado ya a la fachada de la Casa do Concello como quien mira al Muro de las Lamentaciones. Como los judíos, creemos que ese es el lugar más sagrado de la ciudad, cuando verdaderamente lo que hay ahí es solo tinieblas y catacumbas. El último que apague la luz, dice el lugar común tan socorrido para estas circunstancias. Así ni se necesitaría el alumbrado navideño.

Se quedaron a dos velas (y lo sabían)

Algunos/as dirigentes comerciales han reparado ya en que esto no es lo que les dijeron que era. Empiezan a atribuir que su déficit de caja obedece no a su muy limitada capacidad de organizarse, a su contrastado odio entre dirigentes, a su probada dejadez a la hora de dinamizar el sector, sino a que el Concello no encenderá a tiempo (otra vez) la ambientación navideña. Sin un mohín de autocrítica, la culpa siempre pasa a campo contrario. Corrieron a poner una vela al alcalde Jácome como quien lo hace a un santo milagrero. Tras las escenas de sofá en el despacho del regidor vinieron las declaraciones ante los medios, parecidas a las de amor. Grandes momentos esperaban a las tiendas gracias al empeño municipal. Ahora, el Concello tuvo un nuevo gatillazo y el sector, que creyó en sus luces, se queda a dos velas y a medias. 

Paritorios por velatorios

Sanidade suprime el servicio de partos del Hospital de Verin. ¿El motivo? El desplome de la natalidad obliga a que "por seguridad y calidad" las embarazadas vayan a parir a Ourense. Otra gota malaya en la tortura demográfica. Otra evidencia que rompe el discurso de que de esta salvamos el rural y bla, bla, bla. Las evidencias nos llevan a cambiar paritorios por velatorios y hacer del mapa provincial una morgue.


Tienen la luz encendida y la llama viva


Que les vayan a decir a estos cinco empresarios que las subvenciones son la almohada del proyecto. Que ser empresario ya no es sentir mariposas en el estómago, como cuando estás enamorado. Cuando no se hablaba de tarifas planas de la Seguridad Social ni apoyo al emprendimiento estos cinco lo fiaron todo al talento, al empeño, la disciplina, el esfuerzo y los equipos. Y fueron distinguidos Anonio Piña, Lito Seoane, Antonio Álvarez, Concepción Amorín y Mario Da Costa. Son cinco, los primeros de una larga nómina de tipos que tienen la luz encendida y la llama viva.


El portafotos


Xosé Luis Doval es jefe de servicio  de obstetricia y ginecología del Complexo Hospitalario de Ourense. Su relevancia social ha venido, no solo por su capacidad de innovar en lo profesional, sino por su compromiso ideológico. Fue, y es, un hombre de izquierdas, comprometido con unos valores que encajan en lo que la jerga política define como progresista. Antes de que el término fuese fetén, una escarapela que diferencia  a las personas entre progresistas y escoria, Doval ya asumió decisiones de mucho riesgo, incluso en lo humano, fruto de ese compromiso. Militó en organizaciones de ese espectro y fue candidato a varias instituciones sin que esas puertas se franqueasen para él.

Jose Luis Doval

El viernes compareció en rueda de prensa para secundar una decisión polémica: cerrar los paritorios del hospital público de Verín. Defendió para ello criterios técnicos objetivos y no dudó en ponerse al lado de la Consellería de Sanidade, gestionada por un partido en cuyas antípodas se encuentra. El que haya mantenido su independencia le da valor a su decisión, que tiene un gran desgaste social. Merece la pena ponderar su actitud aunque los servicios públicos que dice defender la Xunta deban de ser los últimos en marcharse del rural, no de los primeros.

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