Todo o Val do Medo es una extensa llanura. En una pequeña cima se asienta el Santuario de los Milagros, lugar de peregrinación. La zona, de gran amplitud, entre Molgas y Maceda fue lugar de explotación aurífera al aire libre. Aún se vislumbran las sendas sobre el terreno y las acumulaciones de cantos rodados, hoy cubiertos de pinos. Por la otra vertiente, entre Vide (Molgas) y Foncuberta (Maceda), es una gran planicie salpicada de abedules, fresnos y pinos, dedicada a la explotación ganadera, en una de ellas está la de Juan Manuel Lage; casi un centenar de hectáreas a ambos lados de la carretera. “A maioría son de aluguer, teño varios comunais”. Entre la foresta, un centenar de vacas de raza caldelá andan inmersas en su hábitat.
La llamada
“Toma, ve, toma, ve. ¡Muu!”. Los pastores eléctricos impiden que el ganado se acerque a la carretera. En la mano a modo de señuelo, lleva una bolsa, al agitarla los animales como el perro de Pávlov interpretan el premio. Al no completarse el estímulo cambiarán en breve de dirección, recogiéndose todas entre los árboles. Son un centenar de vacas caldelás. Juan iba para administrativo, “sempre me gustou”, o esa era la excusa en casa para intentar alejarlo de las vacas. Su padre también las tuvo, pero el veneno andaba ya por dentro.
En tiempos de confinamiento, Juan Manuel Lage traslada en su camión tienda, por muchas aldeas, lo que se precisa
Hace menos de un año abrió una tienda en Foncuberta, con sala de despiece incluida.
Es domingo, día de Ramos. En Foncuberta no se oyen campanas, tampoco en Los Milagros. “Non se pode, mandáronas apagar”, comenta Toño, vecino de Tioira, que trabaja en el hotel del Castillo de Maceda. “Temos para rato, agora”, comenta apesadumbrado. Tanto él como José, otro vecino de Tioira, guardan las distancias -al menos para la foto- antes de entrar a la tienda que Lage montó hace menos de un año; en la parte de atrás tiene una pequeña sala de despiece para las terneras que sacrifica. A esa hora del domingo el trajín es continuo; atiende con Isabel, su mujer. “A tenda é dela, miñas son as vacas”, dice. Lo de la carnicería fue una necesidad, la ganadería autóctona con la que lleva 20 años no es la más valorada por los carniceros, “Estas tenreiras veñen collendo 185 kilos os machos, 145 as femias; as das outras razas, 250”. Harto de infravalorar su producción apostó por el hágalo usted mismo. Desde hace un año también del envasado, tras 9 días de maduración.
Durante la semana, con su camión tienda recorre pueblos de Maceda, Esgos, Vilar de Barrio.
“Voute operar. Baixa os pantalóns, Joaquín”. Al verse con mascarilla y guantes, para el personal es inevitable asociarlo a referencias médicas, aunque sea de broma. El aludido, Joaquín, es un portugués de Chaves que trabaja en una granja de vacas en Tioira; Maceda ha sido siempre zona de ganado. Joaquín acude también a hacer las compras. Desde el coronavirus -dice- no ha podido ir a Chaves, “éstá pechado¨, aunque tampoco hubiera podido ir porque la última vez, en Verín le requisaron el carnet. .
Molgas, Esgos, Maceda y Vilar de Barrio. Cuatro días a la semana Lage recorre aldeas con su camión tienda. “Estos días están cheos de xente”. ¿Confinados?
Mampara de separación, guantes fuera, no pasar más de dos. Ni el rural se libra. Para que queres cervezas sen alcol se agora quitáronche o carné, le espetan, Toño e José entre risas, a Joaquín. Malo cuando en el rural se acabe la retranca, ni con Covid-19. Pues eso.
José y Toño, a la entrada de la tienda, un cartel indica no pasar más de dos personas.
