Los que han asistido a sus conferencias, destacan de María Martínez su mirada tranquila, su voz calmada y su intensa fe católica. Tres características que chocan con lo que ella dice de sí misma: "hubo un tiempo en que mis manos estuvieron manchadas de la sangre de inocentes", dice, en un testimonio recogido por el portal Aleteia.
Antes de llamarse María se llamaba Amaya, y trabajaba en una clínica abortista de Bilbao como enfermera. Su vida -cuenta- dio un vuelco absoluto durante un viaje al Himalaya. Centrada en su carrera profesional, Martínez vio tambalearse su vida en 2017, cuando su marido, tras 28 años juntos, le dice que la deja.
"Para mí eso fue la destrucción total... perdí la esperanza", relata, antes de narrar su primer intento de suicidio. Poco después, le llamaron desde el Nepal: un seísmo de 7,3 grados había sacudido el área, y necesitaban profesionales como ella. Decidió responder a la llamada de solidaridad.
"Bienvenida a casa"
“Teníamos que estar en Katmandú unos días. Allí trabajaban algunas monjitas de la Madre Teresa de Calcuta y yo decía: ‘De esta señora no me habléis, literalmente la odio'”, prosigue Martínez. No obstante, entrar en contacto con estas monjas -explica- la llevó a tener una experiencia mística: “Sentí una moción en el corazón, una voz que me decía ‘Bienvenida a casa’".
Martínez está segura de que esa voz "era la Cruz de Cristo", y a partir de ese momento su vida cambió. “Caí de rodillas al suelo, pegué mi frente en la alfombra y solo pude llorar y llorar y llorar“, recuerda. Se quedó cuatro meses más en Katmandú, antes de regresar a España.
Hoy se encuentra al amparo de las monjas Clarisas de Medina de Pomar y se dedica a la oración y a dar su testimonio. Este viernes, 4 de octubre, pasará por Ourense para explicar su trayectoria vital. La charla será en el Liceo, a las 19,30 horas.
