Deambulando

Entre Nós y el Latino

Los que nunca faltan: Lito, contrabajista de Etiqueta Negra; Daniel Bouzo, guitarrista; Raulo, baterista de La Banda; Kelly, el guitarrista invitado, y Marcial.
photo_camera Los que nunca faltan: Lito, contrabajista de Etiqueta Negra; Daniel Bouzo, guitarrista; Raulo, baterista de La Banda; Kelly, el guitarrista invitado, y Marcial.
Por esta vetusta Auria de salida de fin de año, como de cena en casa de parientes, paseando por una vacía ciudad

Asisto en El Cercano a la presentación de la segunda edición del libro O Noso Camiño, ese que Otero, Risco y Benchosey anduvieron de Ourense a San Andrés de Teixido, no creo que siguiendo el credo teixidiano de “Quen non vai de vivo a San Andrés, vai de morto alomenos tres”. Presentó, casi a la carrera, el autor de los textos, Santiago Lamas, que de tan huidizo hubo de coger el editor el testigo más que el micro para continuar esa presentación y la de los retratos de Conde Corbal, de los eximios de la generación Nós, por una revista así nombrada o viceversa:  Cuevillas, Risco, Otero, Noguerol, Castelao, Losada, Cabanillas… incluso un autorretrato del pintor. Poca gente y no por que los Nós no atraigan, al menos sí a los nostálgicos, si no por carencia de comunicación del acto donde no faltaron Ruti Conde, hijo del pintor; Afonso Monxardín, secretario de la Gallega de la Lengua; Willy García, María Bouzo, Quiques, Paloma y unos cuantos viajeros de la reedición de ese camino de tan buen texto que, en mi opinión, supera al de aquellos eximios andarines de chaqueta, pantalones con raya, corbata y zapatones de suela o zapatos de tafilete. Una heroicidad la de estos viajeros por aquellos caminos.

Por esta vetusta Auria de salida de fin de año, como de cena en casa de parientes, paseando por una vacía ciudad. Todo el mundo de casera recogida, pensé cuando ruaba por el Paseo rumbo a la Plaza Mayor, que nunca deja de sorprender porque quizás la única inclinada que uno conozca. La soledad, una persona, dos más en la plaza, no hacía prever el follón del retorno como a la hora de una con la antedicha Plaza de llenado y sellado por agentes de una seguridad contratada que revisan cualquier mochila, bolsón o lo que de bulto portes. Estamos en alerta 4, dicen, y eso por el terrorismo yihadista. Las sociedades están inermes ante el imprevisto. Aquello de se es dueño de la vida de los demás cuando no se tiene en cuenta la propia está vigente en estos grupos del terror contra los que nunca se está a cubierto. Por eso, yo que llevaba mochila, ni me extrañó que hubiera de abrirla para mostrar lo que llevaba. La seguridad, por otros motivos, estaba hasta en el famoso Belén, que dicen de Jácome, ese del que se oye que estrafalario alcalde, al que hemos de conceder el beneficio de la espera, aunque sus modos no lo hagan digerible para lo que se tiene como canon  de los buenos modales, de cuyas reglas un heterodoxo.

Los ciudadanos tan fiesteros se dividen en estratos de edad, por eso era difícil encontrar a veinteañeros oyendo un concierto de jazz en cerrado local. El Café Latino es esa referencia obligada cuando se habla de música de este estilo y de otros. Eduardo, un muchacho en su día venido del occidente aldeano se ubicaría en la ciudad empezando de camarero de su tío que un bar administraba en la Alameda. Pero ya este chico tenía sus planes, y le vimos pronto desligado del oficio arrendando un local o comprándolo después, que fue convirtiendo con su música en lugar de referencia, del que no podría decirse que café cantante al modo de los desaparecidos Bilbaina, Coruñesa; Auria fue otra cosa. En este Latino no se explica uno cómo se puede defender un negocio con esos músicos profesionales con el solo pago de una consumición. ¿Debemos creer en un mecenazgo o algo así?

Entro en este Latino donde tiempo ha que no voy, cuando encontrándome con Agustín Perianes me dijo: "¡Coño, ti por eiquí!"; para combatir su estupor, le contestaría eso muy gallego de: "E ti, ¿ves moitas veces?". Así, casi lo dejamos, cuando me di como de bruces, escaleras arriba hacia el palco, con A. Sánchez Izquierdo, que en su día ligado a este periódico, y hoy director de la TVG, en ese ejercicio de equilibrista que es mantener un cargo así, por demás, expuesto a los vaivenes de la política. Sabe navegar este amigo en las procelosas aguas de los entes públicos. Buena visión del cuarteto con el pianista Medela, Loren al contrabajo, Luis Vivas, un nuevo baterista en sustitución de otro cubano, acaso jubilado, y un invitado especial, el guitarrista de jazz residente en Vigo, el conciudadano Kelly García. Una delicia escuchar a estos profesionales nunca estimados económicamente por lo que valen y sí compensados por lo que creen valer en lo que los latinos decían plausum tribuere ( tributar un aplauso), de un muy entregado auditorio, lo que no podría decirse de algunos perpetuos miradores del móvil que cual lapa sus vidas rige… pero, increíblemente, vienen a estos conciertos, donde pocas veces ausentes Dani Bouzo, Marcial o Lito, el contrabajista de Etiqueta Negra. Alfonso Medela, ya más que consagrado, no deja de sorprenderte cada vez que lo oyes al piano; Loren Tabarés, al contrabajo, como en segundo plano sabe lo imprescindible que es; Kelly, ese virtuoso orensano de la guitarra nos obsequiaría con un jazz en alguna concesión bucal sin perder comba, armonizándolo con sus agilísimos dedos viajando por los trastes con tal rapidez que difícil seguirlo, y como fondo, un baterista que conoce su oficio.

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