Deambulando

Entre un castro y Entrimo

Foso entre el castro y el antecastro en Santa Águeda
photo_camera Foso entre el castro y el antecastro en Santa Águeda

De más paseo que marcha con un amigo en torno a ese monte que se llama Santa Águeda visitamos el castro inexcavado de una gran magnitud y defensas naturales que lo podrían situar como uno de los grandes recintos fortificados de esta llamada cultura de los castros en Galicia junto a San Cibrán de Lás y el Tegra, porque en la parte más elevada como la fortificación a modo de ciudadela y luego otra línea de murallas con sus correspondientes fosos y algunas más en lo que se llamaba socastro o antecastro. La llamada cultura castreja o castreña (de castra, castrorum, campamentos o fortificaciones) no es exclusiva de Galicia, menos desarrollada en la cordillera Cantábrica, acaso porque de más defensas naturales, y en la meseta también, comunes a la llamada cultura atlántica, que tiene un reflejo de libro en Irlanda indicando que el intercambio era posible entre esos territorios distantes. El experto amigo que me acompaña, aunque hombre que no suele expresar emociones o entusiasmos, no dejó de admirar algún paño de murallas, los fosos, las viviendas, observando la gran cantidad de piedras por siglos extraídas para casas, amurar fincas y caminos, y puede que para pavimentar eras…aunque esto  con sillares. Impensable que allí se hagan excavaciones para poner aquello en valor, como ahora se dice, por el enorme costo y la escasez de presupuestos.

Grandes robledales y algunos pinos, como en una isla de frondosas, dominan el paisaje. Un paseo que empezaría en Cristoble y discurriría por varias aldeas a los pies del Santa Águeda y una más a alejada, la de Fontefiz, donde existe un centro ganadero de experimentación de razas de vacuno con dependencias en torno al pazo. Este centro experimental con razas autóctonas adquirido por el ministerio de Agricultura para selección de bovino, como granja para la rubia gallega en torno al pazo o anexo a él, más bien, posee seis escudos de armas de muchos de los apellidos de la fidalguía galáica: Puga, Temes, Arias, Dezas… fundado por un tal Fiz o Félix en castellano, allá donde una fuente por lo que pazo de Fontefiz. Fue donado en su día a las monjas bernardas del monasterio casi cercano de Bóveda de Amoeiro por un tal Arias Fernández, señor del lugar.


Al día siguiente me voy al occidente provincial en soleado día, recalo en la Terrachán, la dicha capital de Entrimo, saludo a los probos funcionarios municipales, que lo son, Isabel y Lupi, pregunto por otro, Jorge, y me dicen que está de baja, entro sin llamar en el despacho del alcalde, como una inmissio, que no tal por la relación que hay; en brevísimo parlamento abordamos el despoblamiento imparable del rural y los pocos medios para ponerle coto, porque aquel municipio que explotaba el recurso de la madera, ahora no, en tiempos de poca demanda, y aunque se empeñe uno en paliar los efectos del despoblamiento dice que se carece de recursos. Si alguien llegase como de nuevas a la villa encontrará que en bares y cafés la vida sigue, ya tomando unas tapas matinales, por cierto sabrosas en el Porta de Entrimo, el Estrella, A Entrimeña, o el mismo Casino o en ese que se va a reabrir, el Bar Funeraria, en este mismo escenario libando a cafés mientras se arrastra a la brisca o el tute, que más privan las barajas que el dominó o las damas o el más culto ajedrez. Todo parece discurrir en la rutina, mientras el Beny, de tal fama en su día que comensales capitalinos atraía, ahora reabriendo por tercera o cuarta vez sin hallar todavía aquella fórmula mágica que Beny exportó durante su estancia portuguesa dirigiendo un restaurante en el campo de golf de Ponte de Lima.

En Entrimo todo discurre sin contratiempos, muchos de sus habitantes deambulan entre bares y el mismo alcalde Ramón Alonso acompañado de su fiel escudero Amadeo, incluso entre cervezas y algún café, mejor atenderá las demandas de vecinos que en interpuesta mesa de despacho que siempre impone, o estando a pie de obra para alguna  nueva factura o reparación  con el eficiente constructor de A Illa, Benito Bastos, hijo, que el padre ya retirado de estas lides. Si nos parecen muchos los bares de Entrimo, a los que había que sumar otro bar discoteca, nos sorprenderemos más de los tres de a Feira Vella (4 con la casa de turismo rural) de los que uno, el Barcelona, también restaurante y hotel  sirve un cocido, casero, dice Pepe, el dueño; comprobamos que a razonable precio,  atrae a varios comensales. En la época dorada de la hostelería de la zona, Beny, Entrimeña y Don Pepe no daban abasto coincidiendo con la construcción de la presa de Lindoso.

Alojamiento
Hoy un hostelero ha apostado por la reconversión como alojamiento de mayores, Don Pepe, mientras otros continúan con lo que siempre hicieron, a pausado ritmo , eso sí, como en toda la villa donde los días cunden y se sienten pasar, cuando en las urbanas aglomeraciones, insensibles. Dies evolitant, los días pasan volando, decían los latinos para significar que el también horaciano carpe diem era a modo de contrapunto en un, cuando todo pasa con rapidez, aprovechémonos del día. Y esto hacen los entrimeños, amigos y no, entre partidas de cartas, conversas, unos cuantos chismes, historietas y demás, mientras paladean las sabrosas tapas de ensaladilla, callos, empanada, fideuá o cualesquiera embutidos que sirven con sonrisas Nuria en su Porta de Entrimo, María en el Casino, Sandra en A Entrimeña, o Pepe, cuando no anda de truchas, en su Estrella, mientras Esperanza anda más ocupada en su restaurante y hotel.

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