“Sí, sí, este es el tren a Vigo”

La estación intermodal ourensana en el barrio de A Ponte.
photo_camera La estación intermodal ourensana en el barrio de A Ponte.
La falta de espacio y personal en la estación de tren de Ourense puede hacerse patente cuando los pasajeros más lo necesitan. Una mala indicación de una azafata motivó un viaje de la ciudad de As Burgas a Vigo casi pasando por Madrid.

Nunca pensé que podría tardar seis horas horas en llegar a Vigo desde Ourense. Claro que tampoco nunca antes me había ido a Vigo subiéndome en un tren dirección Madrid. El desastre ocurrió la mañana del último sábado de enero. Error mío por ir con poco tiempo, pero mayor de la azafata que se bajó del tren y me aseguró: “Sí, sí, este es el de Vigo”. 

Una mala indicación que, desgraciadamente, no es la primera vez que sucede, ya que es frecuente que haya dos trenes dispuestos en vías paralelas generando confusión. Salen con diez minutos de diferencia: uno va a Madrid y otro a la ciudad olívica. 

Para los viajeros con prisas, como fue mi caso y el de otra persona, pararse a leer los letreros no siempre es la opción más viable. Tampoco lo es para quienes hacen enlace en tiempo récord para continuar con su trayecto; según comentó Miriam Piñeiro de Comisiones Obreras. “É algo que pasa porque non hai xente para axudar aos viaxeiros”. En Ourense hay dos personas de control de acceso por turno, “unha está no propio control e outra pendiente dos enlaces, pero non poden atender ao resto de saídas”, señala Piñeiro. Y es que la estación ourensana, además de su falta de espacio, tiene otra importante carencia: la orientación al pasajero a su entrada en los convoyes. 

Una vez subida en el vagón y consciente de que me iba a Madrid, tanto la otra pasajera como yo acudimos a los azafatos. “Os podéis bajar en A Gudiña y esperar al próximo tren”, nos dijeron. Ese “próximo” conllevaba esperar más de tres horas al frío. Otra sugerencia fue ir hasta Zamora. Yo, conforme por no discutir, acepté y me senté. Poco tiempo estuve allí, ya que la otra pasajera confusa me vino a buscar al rato: “Ven, nos bajamos en A Gudiña y pago un taxi a Ourense”. Le expliqué que no tení dinero encima, pero insistió en que la acompañase. Paramos en Porta de Galicia. El único taxista que había no se sorprendió. “Ya vi esto más veces”, afirmó. El presupuesto para recorrer A Gudiña-Ourense era de 100 euros, así que la mujer le ordenó ir a Verín. 

De perdidos al río, pensé, me subí con ella porque el panorama pintaba peor en A Gudiña. Cuando estábamos llegando, decidí acabar la odisea y solicité un coche compartido desde la villa del Támega a Vigo. Más barato que un tren desde Ourense, por cierto. 

A las 16,00 horas llegué a Vigo. Si algo me llevo del viaje es un aprendizaje: hay que ir con tiempo al tren. O al menos hasta que se subsanen las carencias, la falta de personal y el tamaño de la estación, no adaptados al volumen de pasajeros actuales: “Mentres as instalacións non se modifiquen, terán que suplir as deficiencias con máis persoal”, pide Diego Pascual, de CGT.

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