INFRAESTRUCTURAS

La escasa inversión pública retrasa a la próxima década nuevas carreteras

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photo_camera La carretera N-525, con baches y parcheados a su paso por Allariz, lo que complica el tráico de los vehículos.

La autovía Ourense-Celanova en 2013, la última que se inauguró, sufrió retrasos y no completa la conexión con Portugal 

La provincia de Ourense soporta una histórica discriminación en materia de infraestructuras. Mientras el tren de alta velocidad con la meseta lleva acumulados varios retrasos desde su primera consignación presupuestaria y no entrará en servicio hasta 2020, la red viaria espera también por mejoras, comprometidas en varias ocasiones, pero que continúan sin pasar del papel y traducirse en actuaciones concretas.

El propio Gobierno central reconocía en una respuesta en el Congreso a una pregunta del PSOE que no ha puesto en servicio desde 2012 un metro de carretera en 20 provincias españolas, entre las que está Ourense.

Por todo esto, los ourensanos no disfrutarán hasta la próxima década de nuevos kilómetros de carreteras, mientras las vías actuales sufren en ciertos puntos la saturación de tráfico y ocasionan problemas y retrasos a los conductores, además de incrementar las posibilidades de sufrir un accidente.

La última vía de alta capacidad que se puso en servicio en Ourense fue, en enero de 2013, la AG-31 (Ourense-Celanova), un proyecto de la Xunta que fue adjudicado por el gobierno bipartito, pero que inauguró el actual mandatario autonómico, Alberto Núñez Feijóo, muy crítico cuando era el líder de la oposición con "las pocas inversiones en zonas como A Baixa Limia", pero que precisamente no ha ayudado a vertebrar, al no contemplar hasta la fecha la continuidad de la autovía de Celanova hasta la frontera portuguesa, un compromiso adquirido que sigue lejos de hacerse realidad.

Plan millonario

Esta actuación se incluyó en el "Plan Sectorial de la Rede Viaria de Ourense", aprobado en 2014 y que planteaba una inversión de más de 155 millones hasta 2020 con la colaboración del resto de administraciones. Se antojaba inviable desde un principio y el tiempo así lo ha demostrado.

En los casi 40 proyectos que se contemplaban, se hicieron realidad, a principios de la presente década, la mejora de la OU-101, entre el Parque Tecnológico y Maceda o dos de los tres tramos de la circunvalación este de la ciudad (Os Viros-Benposta), que espera por su continuación hasta la A-52 para completarse.

La Xunta planteó también otra ronda que tendría como objetivo enlazar AG-31, A-52, Polígono de San Cibrao y la futura A-76 hasta Ponferrada. El primer tramo, entre el nudo de Gargantós y la zona industrial se acaba de licitar y no estará en obras hasta verano, pese a que existen partidas en las cuentas autonómicas desde 2011. Su plazo de ejecución es de 24 meses, por lo que esos 4,5 kilómetros no entrarán en servicio hasta mediados de 2020.

El Gobierno gallego también había comprometido la ejecución de la ronda bulevar en Ourense, que permitiría enlazar O Couto con Finca Sevilla sin tocar el centro urbano, pero el proyecto está metido en un cajón.

Fomento

Los compromisos del Estado, por su parte, también continúan en el limbo. Año tras año, el Gobierno central, consigna una serie de partidas que no se ejecutan y que suponen un retraso en las infraestructuras. "Y yo estoy seguro, que no porque lo diga yo, sino porque lo dirá el importante, el Boletín Oficial del Estado, esto estará terminado en 2018", decía Mariano Rajoy hace seis años sobre el AVE, frase que se podría aplicar a los proyectos viales.

La comarca de Valdeorras es perfecta conocedora de esta situación. Día tras día, los vecinos que se desplazan en dirección Ourense tienen que transitar por una N-120 al máximo de su capacidad, sin apenas zonas para adelantar y que se convierte en un auténtico tormento para los conductores.

La A-76 debía ser la solución, pero sus tramos en la provincia siguen sin estar en obras pese a los múltiples compromisos adquiridos por el Ministerio de Fomento. También espera la circunvalación de O Barco, que debe enlazar la N-120 y la N-536.

En materia de vías de alta capacidad, las mejoras entre Ourense y Lugo con la A-56 también se deben anotar en la lista de tareas pendientes.

Ambas infraestructuras tienen por delante varios años para completarse en su totalidad. Incluso los tramos con una tramitación más avanzada, nunca entrarán en servicio antes de 2021.

En la ciudad, tampoco son ajenos a esto. Desde 2003 hay consignadas partidas para la variante norte entre Eirasvedras y Quintela. La última promesa de Fomento era licitar las obras antes de que terminase 2017. La proyección presupuestaria fija la finalización de los 3,7 kilómetros en 2021. 

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