EN CLAVE

Ese diagnóstico, ese

En en el nombre de la sanidad los políticos se baten en un duelo con sangre. Mueven sus terminales sociales para atacar o contrarrestar. La pancarta ha vuelto como diagnóstico, pero es muy mala terapia.

Lunes, 5 - Difícil salir ilesos de esta cruenta batalla 

Este país ha construido valores que son envidia de medio mundo, entre ellos el sistema sanitario. Algún día repararemos en la grandeza de franquear la puerta de urgencias del hospital público sin que nadie pregunte cómo andas de pasta para apoquinar el facturón que te va a caer, ni si desciendes de la pata del caballo del Cid. Nadie racanea una prueba, nadie se mesa los cabellos pensando si debe pedir una placa de tórax, nadie se rasca la barbilla dudando si hay presupuesto para un TAC. Se hace y punto. A este país le vienen grandes muchas cosas y vamos de ricos enseñando los costurones de la capa del hidalgo. Este país, tan bien interpretado por Goya a través de los garrulos que se mazan a garrotazos enterrándose en el fango —como ya hemos citado aquí varias veces—, se reedita y justifica en la discordia. Una vez lo hicimos en la concordia, construimos La Transición y pero ya la denostamos, no te digo a sus impulsores. En esa afanada lucha por la destrucción surgen brotes psicóticos como los de Catalunya, pero también luchamos a brazo partido por torpedear aquello que tanto costó construir, caso de la sanidad pública y universal, no gratuita, como la peña cree. Que te lleve el 061 a la resi, que te metan en un box, que recibas todas las atenciones (aunque no quedes ingresado) cuesta un fortunón, pero con el alta te vas para casa pensando que la ronda la abonó otro. Para eso pago impuestos, decimos todos. ¿Seguro? El sistema lleva unas semanas en el centro de la polémica. Esta Xunta, pretendidamente infalible, hace aguas en la gestión de esta crisis. Ni un mensaje creíble, ni una pedagogía de sus reformas que sea eficaz. Y lo que es peor en comunicación: siempre detrás, nunca llevando la iniciativa. Por razones que no vienen al caso, las visitas a la sanidad pública estas últimas semanas han sido constantes. El grado de atención, exquisito; la profesionalidad, sobresaliente. Los medios, al alcance de una medicina del siglo XXI. El lunes, como las 24 horas de todos los días, cientos de personas echaban el resto para cuidar y salvar vidas. En las páginas de La Región se leía la información y se veían las fotos de los participantes en la manifestación de Santiago contra los recortes sanitarios. Fue ver la foto de los políticos que portaban la pancarta y pensar si su preocupación era sanitaria o hacer sangrar a Feijoo. Los comandos del PP salían a contrarrestar, igual de despreocupados por las listas de espera, incómodos por la respuesta social en la calle. Cuando dos elefantes se pelean, quien sufre es la hierba, dice el aserto oriental. La hierba ha de recobrar su lozanía cuando paren la lid los paquidermos, el fango se secará a pesar de que los gañanes se dan de garrotazos. La sanidad pública se salvará pese a la bisoñez de sus gestores y lo poco creíbles que son los opositores. Se salvará es más un deseo que una certeza. Es como ese diagnóstico que te da el médico moviendo la cabeza, hablándote bajito y esquivándote la mirada. 

Martes, 6 - Una etapa más para la leyenda 

Pensábamos que Sito Miñanco era parte de la prehistoria del narcotráfico, una especie de hombre de Atapuerca, pero de Cambados. Pero no, vino a los periódicos porque cayó en una nueva operación policial. En la memoria alguna de sus fechorías, que también enriquecieron las páginas de Fariña, de Nacho Carretero. En pleno debate sobre la reinserción, todas las dudas surgen en casos como este. Le esperan muchas cuentas ante la justicia, pero engrandece su sórdida leyenda, al estilo de Pablo Escobar. A falta de una serie en Netflix, saldrá en una de Antena 3. Va transitando de la fama a la leyenda.

Miércoles, 7 - Síntomas de que aún queda pasado

En materia de consumo nadie espera ya por el cambio de escaparate. La pantalla del móvil o el ordenador es el foco de la tienda. Se justificaba un consultor de recursos humanos diciendo él no había inventado el sistema capitalista, solo daba armas para sobrevivir a él. Los comerciantes, volteados en la crisis hasta el mareo, aún siguen buscando su norte para sujetar el timón. El consumo no espabila y los clics para comprar se multiplican. Por eso es que estar a estas alturas pensando dónde celebrar una Mostra da Oportunidade es conmovedor. Que lo hagan a dos semanas de la fecha, una imprevisión. Que confíen en el Concello para resolverlo, una ingenuidad, cuando no una temeridad.

Jueves, 8 - Es una cuestión de prioridades

Semana de conflictos laborales, entre ellos en la Justicia. El montón de papeles que salen en todas las fotos se agigantó. Mesas sin funcionarios, juicios suspendidos y cinco reivindicaciones sobre la mesa: entre ellas mejoras laborales y más dinero a fin de mes. El 93% de los trabajadores secundaron el paro el primer día. Tras la crisis se agita la coctelera de las exigencias salariales y los derechos perdidos. Y se empieza por los empleados públicos, que como todo el mundo puede suponer, ¿son los que más han sufrido con el bambú económico de la recesión?

Viernes, 9 - A toda leche rumbo a los juzgados

El despendole de la velocidad por las calles de Ourense es para nota, cuando no un absurdo. Que le des gas al coche para ganar veinte minutos en un viaje a Madrid es una temeridad, pero tiene resultado. Que flipes por la avenida de la Habana abajo para ganar cinco segundos es de juzgado de guardia, que no queda lejos, por cierto.

Sábado, 10 - La solución a los errores del pasado

Bares, comercios y construcción zozobraron con la crisis. Ahora son las soluciones para los nuevos empresarios. La mayoría apuestan por los sectores más vulnerables. No se sabe si porque no sabemos hacer otra cosa o porque ahora no se caerá en errores pasados 

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