Demografía

La esperanza de vida en 2019 en Ourense superaba los 84 años

Tres mujeres conversan en un parque de la ciudad (JOSÉ PAZ).
photo_camera Tres mujeres conversan en un parque de la ciudad (JOSÉ PAZ).
Los ourensanos son los gallegos que alcanzan una mayor longevidad

La esperanza de vida  en la provincia superó por primera vez en 2019 el umbral de los 84 años de edad. A las puertas de la pandemia, la esperanza seguía medrando y batiendo todos los récords históricos, según el Instituto Galego de Estatística, si bien la pandemia amenaza con frenar esta tendencia. 

La mayor cifra media de Galicia se encuentra en Ourense (84,05 años), adelantando así a Pontevedra (83,97),  que en 2018 era la provincia gallega con mayor esperanza de vida. Por detrás se quedan Lugo (83,82) y A Coruña (83,62).

De media, los ourensanos nacidos en 2019 ganaron más de tres años de vida respecto a los que nacieron a principios de siglo (84,05 frente a 80,78 entonces). 

En el conjunto de Galicia, la esperanza de vida creció ligeramente más que en Ourense en este siglo, desde los 80,05 a 83,82 a cierre de 2019. 

Por sexos, la esperanza de vida es claramente más larga entre las mujeres que entre los hombres. En el caso femenino se sitúa en 87,31 años (frente a 83,95 en 2001), mientras que en los hombres asciende a 80,78, desde los 77,56 que habí antes.

Para los ourensanos que ahora tienen 65 años, la esperanza de vida era de 22,44 años más, mientras que para los que ya soplaron las 80 velas les quedan de media 11,07 años de vida. 

En todo caso, queda por cuantificar el efecto de la pandemia sobre las cifras de esperanza de vida El Centro de Investigación en Economía de la Salud de la Universitat Pompeu Fabra (CRES-UPF) ha participado en un estudio internacional que ha estimado el impacto de la mortalidad prematura por covid-19. El estudio estima los años de vida perdidos asociados al covid  es de dos a nueve veces mayor que la atribuible a la gripe estacional, y que el promedio de años perdidos por cada fallecimiento es de 16. 

Del total de años de vida perdidos, el 44,9% se ha producido en individuos de entre 55 y 75 años, un 30,2% en personas menores de 55 años y un 25% en mayores de 75 años. 

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