Transporte

Las estaciones de O Barco y A Rúa también cerrarán sus ventanillas

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photo_camera Las estaciones de O Carballiño, Os Peares, A Gudiña y O Barco.
En primavera acaba el contrato que privatizó la venta de billetes y Renfe ya prepara las máquinas de autoventa para ellas

O Barco y A Rúa-Petín serán las dos próximas estaciones que se verán afectadas por el "Taquillazo",  un plan sin anuncio previo ni a los viajeros ni a los ayuntamientos afectados ni al resto de las administraciones públicas, que supondrá el cierre de sus ventanillas de atención al público y que desde el pasado 1 de enero afecta a O Carballiño, Ribadavia y un gran número de estaciones que todavía quedaban con venta de billetes, con la excepción de las capitales de provincia y las grandes ciudades.  Ahora, un compromiso arrancado por Teruel Existe al PSOE para la investidura de Sánchez podría aplazar al menos seis meses un cierre que en Ourense ya es efectivo. 

De las 22 estaciones con las que cuenta la red ferroviaria que se extiende por la provincia de Ourense, tan solo quedarán ventanillas para atención al público en tres de ellas. Ourense-Empalme, A Rúa-Petín y O Barco de Valdeorras. En estas dos últimas, mientras dure la concesión otorgada a la empresa Eupraxia It Services en el mes de mayo de 2018. El contrato firmado entonces, era por un plazo de 12 meses, ya expirados, y una prórroga de otros 12 que concluirá dentro de cuatro meses, lo que significa que a partir de la próxima primavera las dos estaciones de la comarca de Valdeorras se sumarán a las 19 estaciones de la provincia que ya se han quedado sin venta ni atención al público. En el caso concreto de A Rúa-Petín y O Barco de Valdeorras, ya están incluidas en el lote de estaciones a las que Renfe Operadora va a atender con el sistema de máquinas expendedoras de billetes, como se puede comprobar en los contratos licitados para tal fin en su perfil del contratante.

La pretensión inicial del Adif, cuando inició este movimiento de reducción de personal, era que la venta de billetes fuese responsabilidad de Renfe Operadora, e incluso barajó la posibilidad de transferirle el personal de ventanilla de las estaciones. Quería, de esta manera, aplicar al ferrocarril el mismo modelo que existe en las estaciones de autobuses o en los aeropuertos, en los que cada empresa de transportes se ocupa de la venta de sus propios billetes. Y pensando en una futura liberalización de los servicios de viajeros, su objetivo era actuar de manera semejante a otros modos de transporte. Su plan, manifestado hace ya más de dos años, contó con un rechazo unánime, tanto de municipios afectados como de sindicatos ferroviarios, porque implicaba expresamente, que solamente quedasen servicios de atención al público en las estaciones urbanas de las grandes ciudades y capitales de provincia y en el resto de las estaciones en las que todavía hay algún personal, se liquidase el servicio con máquinas expendedoras de billetes.

La presión surtió efecto y pusieron en marcha la primera privatización en la primavera de 2018, tras la licitación del servicio de externalización, como le llamaron desde el Adif, en dos de las tres estaciones de la comarca de Valdeorras. Vilamartín con tan solo dos trenes por sentido, quedó fuera del plan. Pero tras el fallido intento de realizar una nueva externalización que incluía estaciones como las de Ribadavia, O Carballiño, Guillarei o Sarria, han decidido cerrar la venta de billetes no solo en esas, sino también en otras que no se pensaban privatizar, como es el caso de Redondela.

Aunque el Adif ya tenía tomada la decisión, decidió ocultarla a la opinión pública, y sobre todo en Galicia donde estaba más ocupada en hacer frente a la contestación por la ocultación de los retrasos en las obras de la línea de alta velocidad. La información fue revelada a partir del anuncio por parte de Renfe de los nuevos canales de venta de billetes en aquellas estaciones que iban a quedar sin ventanillas, a la Xunta de Galicia. La sorpresa fue la inminencia de la acción que se pensaba ejecutar en el plazo inferior a una semana.

Esa premura ha motivado que, pese a la intención de situar máquinas expendedoras de billetes en las estaciones cerradas, como una de las alternativas para los viajeros, mientras en el cierre de la venta al público cumplieron a rajatabla el plazo señalado, en la colocación de máquinas expendedoras de billetes no han sido capaces de llevar a cabo el proceso de implantación en ninguna de ellas. De hecho, Renfe todavía está inmersa en el proceso de licitación del servicio de recaudación y mantenimieto de las máquinas, un contrato para el cual todavía está abierto el plazo de presentación de ofertas hasta el 15 de enero, lo que significa que su implantación va para largo.


Ribadavia facturó 2.830 euros en 2018 y O Carballiño, 127.956


Los criterios empleados por el Adif para cerrar estaciones se basan en la baja facturación, como consecuencia de la escasa afluencia de viajeros. Pero fue el tándem ferroviario Renfe-Adif el que abocó a esa situación. Ribadavia facturó 2.830 euros en 2018. Pero lo hizo con unas frecuencias que impiden considerar este medio como forma de transporte, por ejemplo para turistas que desean desplazarse a esa localidad, o vecinos que se desplazan desde allí a hacer gestiones a Ourense, por ejemplo. En el caso de O Carballiño, con una población mayor que Astorga, cuenta tan solo con tres trenes diarios, mientras que Astorga tiene siete.

El tren era el principal medio de transporte que usaban los agüistas que utilizaban los balnearios de O Carballiño y Partovia. Incluso estudiantes de Ribadavia y Leiro iban a O Carballiño para coger el tren para ir a la universidad a Santiago. Ahora, solamente un tren conecta la villa del Arenteiro con la capital de Galicia. Pero lo más sangrante se produce en A Gudiña. En su estación paran cuatro trenes pero el servicio de atención al público se cerró hace años y Renfe, que ofrece precio reducido en el Alvia de Sarria a Lugo o de Lugo  a Monforte, no aplica su obligación de servicio público con la única estación activa de toda esa comarca y  los viajeros a Ourense tienen que pagar la tarifa más cara, mientras Sarria o Monforte, pagan menos de la mitad por viajar en el mismo tren a su capital de provincia o a Ourense.  A Gudiña, que ya no tiene atención al público, tampoco la tendrá en su estación de alta velocidad.

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