Laura González-Molero es la primera presidenta en 63 años de historia de la Asociación para el Progreso de la Dirección
La ourensana Laura González-Molero es la primera presidenta en 63 años de historia de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD), una organización independiente y sin ánimo de lucro que aglutina a más de 3.500 empresas socias y más de 50.000 directivos. El objetivo es dotar a las compañías de herramientas para el cambio, que viene marcado por la revolución tecnológica. González-Molero es licenciada en Farmacia, aunque su meteórica carrera estuvo ligada siempre a la gestión empresarial. Fue presidenta de Bayer HealthCare Latinoamérica (2014-2016), consejera delegada de Merck Group Spain (2007-2011), y vicepresidenta, así como consejera delegada de Serono Iberia (2002-2006). En la actualidad, González Molero es consejera independiente de Viscofan, Acerinox y Ezentis. A pesar de llevar apenas una semana en el cargo, ya mira a la nueva década: "El 2020 está ahí. Se ha abordado la expansión internacional y quiero continuarla. Entramos en un entorno disruptivo tecnológicamente, que requiere directivos con gran preparación y redes más abiertas. Desde APD confío en que demos estas redes y esta formación para crear una sociedad más robusta", explica.
Sus orígenes están en La Viuda, una de las librerías más antiguas de la ciudad. ¿Crecer entre libros influyó en su carrera?
El haber tenido el privilegio de nacer rodeada de mujeres fuertes como mi abuela Laura y sus hermanas te hace lectora temprana, pero lo que más me ha influenciado es ver a mujeres fuertes, mujeres empresarias. Eran cabezas de familia, en un papel callado pero firme. Siempre he tenido como referentes a mujeres fuertes, somos capaces de hacer lo que queramos. Las gallegas son trabajadoras, decididas, constantes y autónomas.
Se licenció en Farmacia, pero nunca ejerció en una botica. ¿Cómo llegó a la gestión empresarial?
Me gustaban miles de cosas. Física, Geología, la empresa... Estudié farmacia con especialidad industrial y tuve la suerte de que mi primer trabajo decantó mi trayectoria profesional. Era para control de calidad, pero terminé de comercial. Después en marketing y fui escalando puestos. He estado en las mejores escuelas del mundo, en Harvard, en Suiza, en Francia… Pero la clave del éxito, además de formación, es ser humilde y rodearte del mejor equipo.
¿Emigrante por convencimiento o por necesidad?
Por necesidad nunca. Me siento una privilegiada. Para desarrollar tu carrera, hay que asumir ciertos riesgos. Tengo compañeros que siguen en la primera compañía en la que entré, en el misma posición porque no han asumido el riesgo de irse nunca. Es importante estar abierto a todas las oportunidades. Los gallegos estamos acostumbrados, somos emigrantes, nos movemos con facilidad pero tenemos raíces y valores muy claros.
¿El directivo actual tiene miedo al cambio?
Los ejecutivos y los directivos somos personas. Si no tuviésemos miedo a nada, seríamos unos irresponsables. Las necesidades de los directivos van evolucionando. Estamos en plena revolución industrial, 4.0 y digitalización, que nos hace que tengamos que visualizar y definir los procesos y modelos de negocio de manera distinta. La tecnología está cambiando todo, quitando la barrera de entrada a los sectores. Es el principal reto.
Las nuevas generaciones exigen otro tipo de modelo empresarial. ¿Otros valores?
El modelo de negocio va directamente ligado al modelo cultural y educativo. El talento influye. El concepto real de diversidad es tener a personas con conocimientos y experiencias distintas para tener una visión más holística. Cuando empecé a trabajar, en el 89, había pocas mujeres. La diversidad es lo que da riqueza a una compañía.
Con perspectiva, ¿cómo evolucionó el papel de la mujer directiva desde que empezó?
Había pocas directivas, pero en la época en la que fui a la universidad, en algunas carreras la proporción de mujeres ya era mayor. Ya nadie puede dudar de la capacidad de una mujer de liderar la posición número uno en una compañía. Y habrá más en el futuro.
Porque hacen falta más.
Tenemos que tener al frente de las empresas a los mejores y para eso la clave son procesos transparentes y que la meritocracia guíe las tomas de decisiones. Estamos en un momento competitivo muy bueno. He hecho procesos en los que no había ni un candidato masculino. Claro ejemplo de que la presencia femenina en todos los sectores es muy alta.
¿Qué opina de las cuotas?
Son una herramienta, no un fin. Lo que es obligatorio y responsabilidad de ejecutivos es elegir el mejor talento, no porque tengamos que conseguir cuotas. Así estoy convencida de que aumentarán las mujeres en puestos claves.
¿Qué potencial empresarial tiene Ourense?
En parte como consecuencia de la deslocalización y la tecnología, la ubicación ya no es tan importante. Hay muchísimos emprendedores cuyos proyectos surgen en garajes. Da igual que sea Ourense o Silicon Valley. Lo importante es el talento, la persistencia y estar en el caldo de cultivo. Y tener el apoyo del entorno empresarial y administrativo. Ourense ha conseguido ser una referencia textil, en el sector vitivinícola se hacen cosas interesantes, tenemos Coren… Tenemos grandes empresas y surgirán más. Lo importante es que haya emprendedores. La ayuda gubernamental y del entorno lo facilita, pero se ha avanzado. Tenemos que dar vueltas a nuestra cabeza, ver qué proyectos nuevos hacer, no únicamente pensar en trabajar de ocho a tres. Estar en Ourense, ya no es una limitación.
Fomento de la creatividad, ¿no?
Una de las asignaturas pendientes de nuestro país es la formación, está muy anclada al modelo del siglo pasado, poco relacionada con la empresa. Tendría que haber más colaboración empresa-universidad, que haya formación dual. Que se forme a los jóvenes en los puestos que realmente necesitan los empresarios. Hay demanda de muchos puestos pero no hay talento disponible.
