PASÓ LO QUE PASÓ

Los excesos de la operación bikini

Aspecto de la Praza Maior de Ourense, sin sus habituales terrazas (ÓSCAR PINAL).
photo_camera ÓSCAR PINAL
El crédito empresarial y político local está en una cura de adelgazamiento y algo de forma tiene ya. Lo que empezó siendo una operación bikini está revelando el poco peso que queda. Específico, claro.

Ni tabletas ni michelines

Ourense hace ya algún tiempo que está en plena operación bikini y eso se nota. La pérdida de peso es obvia, pero con la dieta nos estamos pasando de frenada. Fuera michelines, pero las tabletas en el vientre no aparecen. Lo que empezó como un señuelo estético nos está abocando a graves complicaciones y vamos de cabeza a un problema de anorexia. Es tanto el ayuno que la ciudad tiene el peso de una hoja a la que el caprichoso viento del otoño lleva a cualquier lugar, cada vez más lejos del árbol, cada vez más cerca del contenedor. Esa falta de peso político, por ejemplo, se ve en el delirio que se sigue viviendo en el Concello de Ourense. Ese adelgazamiento empresarial, por ejemplo también, se ve en el nulo interés con el que instituciones de lustre de fuera miran si hay vida a ambas orillas del Miño. De haber peso, no físico sino específico, quizá otro gallo estaría cantando. Si la ciudad fuese un cofrecillo lleno de tesoros que despertasen ambición, esto no estaría ocurriendo. Si hubiese millones de euros en juego en inversiones privadas seguro que hubiesen ido a aquellos despachos de fuera de Ourense en los que se sientan los jefes de los partidos con capacidad de arreglar el lío municipal a decirles: oye, que me juego mucha pasta en este proyecto termal, hotelero, comercial, industrial, agrícola... Y que como tu partido no arregle lo del gobierno de la ciudad, me las piro, vampiro. Las mociones de censura son esas, no nos engañemos. 

Hay operaciones que no se televisan, hay negociaciones que no se sustancian con cafecillos en el Liceo entre segundos espadas de los partidos para arreglar situaciones imposibles. Las alternativas al descrédito de la ciudad no se dejan en la sala de espera de una notaría. Ahí se habla de calderilla. De la pasta siempre se habló en los reservados, solo los tratantes de ganado se traspasaban los billetes con testigos. Pero no se trata de eso. Se trata de que en Ourense ya no quedan (creo) grandes asuntos  que discutir que merezcan un puñetazo encima de la mesa del poder político. Y así nos va. Más delgados, claro. Con el peso de la pluma o de aquella hoja que el viento se lleva cada vez más lejos. 

Como si votasen solo los ilustrados

Y la finura en el análisis de estas cosas, el qué hacemos con el carajal municipal de la ciudad, está en manos de grandes estrategas. El PP y el PSOE han puesto la solución en manos de sus arúspices, capaces de adivinar el futuro observando las vísceras de los animales. Al paso que van acaban con toda la fauna sin dar con la tecla adecuada. Lo suyo es el tacticismo, la componenda y el arregliño, como si solo votasen los versados en ciencia política, sin reparar que un político puede ganarse un voto con una caída de párpados, un movimiento de cintura o la laca del tupé. Soy de un pueblo donde en tiempos el alcalde se había ganado el respeto del personal porque no faltaba a un velatorio y porque en Navidad regalaba a los vecinos un paraguas con el escudo municipal. Cuando el regidor pasaba, muchos se santiguaban. Resultado: mayoría absoluta a pesar de que la parroquia arrastraba carencias de un año para otro. 

En Ourense ciudad los estrategas se ponen estupendos hablando del plan de urbanismo, de termalismo y de modelo de ciudad, pero también votan los que se la trae floja los sesudos análisis y las citas a Churchill. Es tan bajo el nivel que el respeto y los votos se ganan con arreglar las losetas de la acera y evitando que la cornisa de la marquesina no te caiga en la cabeza mientras esperas por un autobús de la época de Maricastaña. Mientras los arúspices, decía, destripan para adivinar soluciones el alcalde Jácome recibe a diario una relación de obriñas con las que ir tirando. 

Hoy una acera, mañana una margarita en un parterre. ¿Y pasado? Un arreglo en Oira. Ya verás qué risa cuando el personaje se plante en medio de la plaza mayor y diga: veis como con tres hago más que con 14. Veis cómo no se necesitan tantos concejales para parchear un calle. Y la antipolítica de este sujeto le servirá para una mayoría absoluta en las próximas. Pero los arúspices del PSOE y el PP, una vez más, seguirán analizando las vísceras de los animales para predecir el futuro. Y hablando de plan de urbanismo. Y de termalismo, claro.

Y ahí siguen los arúspices

El lunes este periódico publicó una encuesta en la que se ponía de chupa de dómine a la corporación municipal. Daba continuidad a la del domingo en la que uno de los titulares era que la mayoría de los encuestados decían que lo mejor sería que se fuesen todos para casa. Pero los estrategas de la oposición decían que la encuesta "reforzaba sus posiciones". Y, una vez más, sacrificaron un animal para analizar sus vísceras y adivinar resultados electorales. Como arúspices, como chamanes.

Al poner la lupa: Es el pan nuestro de cada día

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Los ansiolíticos se guardan en la despensa al lado del pan y la fruta porque ya parecen alimentos indispensables. Los reveses de la vida se curan con lingotazos de alcohol o con un chute de medicamentos, según tengamos el día.  Cuando no es por un mal de amores es por un tropiezo laboral. La tentación de ir al blister se hace más cotidiana. Y con los leñazos de la pandemia ni te cuento. Cada día esperamos levantarnos con la noticia de que la vacunación ha comenzado, pero aún queda. Mientras, nos ponemos a cubierto con los antidepresivos. El pan nuestro de cada día.

El portafolio

Miguel Caride es abogado de profesión y habrá tenido que salvarle el culo en más de una ocasión a Jácome. Además de su asesor legal ha sido su amigo y compañero de armas políticas. Hoy debe poner un ex a todo lo anterior. El alcalde sangra por la herida y no pierde ocasión para afearle la conducta y hacerse el despechado. Siempre resultó curioso que quien va por la vida ligero de equipaje en cuanto a valores y principios censure al prójimo porque no le baila el agua. Miguel Caride se da una vuelta por esta sección porque en la pedrea en la que se ha convertido la política de un tiempo a esta parte, ha sido cesado como vicepresidente de la Diputación, institución a la que fue tras decirle a su antiguo jefe ahí te quedas. Baltar ha tenido que apartarlo porque un informe del secretario de la institución advierte de supuestas anomalías, por un quítame allá un diputado no adscrito o un supuesto caso de transfuguismo. Caride, a su vez, quiere saber si el advenedizo Telmo Ucha debe tomarse la misma cicuta porque está en el Concello en su condición de concejal no adscrito. Lo delirante de este último no es su situación administrativa o institucional en el Concello de Ourense. Lo verdaderamente chocante es que un concejal pueda seguir siéndolo una semana después de haber dicho lo publicado por La Región. 

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