Economía

Expedientes X: el dinero que no llega

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photo_camera Elena Rodríguez, Santiago Díaz y Helena Lens.
Miles de ourensanos continúan sin cobrar el ERTE en el que están inmersos y, con el tapón burocrático y a pesar de la intención del Gobierno de ingresar el dinero el 3de mayo, muchos temen seguir hasta junio en una situación cada vez más difícil

Dentro del vocabulario que está dejando la crisis del covid-19 hay una palabra que se repite desde el inicio: ERTE. Lo que se planteaba como una solución (un mal menor, al menos) se está convirtiendo en un problema para muchos trabajadores ourensanos, que viven su 1 de mayo más incierto de los últimos años. El cobro de los expedientes de regulación temporal de empleo sigue en el aire para buena parte de los 17.822 empleados afectados por alguno de los 4.229 ERTE presentados en la provincia. Y cuando se vive al día, sin un "colchón" del que poder tirar e, incluso, con cargas familiares, cada día de retraso supone ansiedad, nervios y preocupación. 

"A mi me afecta mucho. Vivo sola pero tengo otra familia que ayudar a mantener también, aportando mi contribución económica, con una hija, un marido y cuatro hijos. Y no tengo nada ahorrado. Yo pensé que ya en el mes de abril nos iban a ingresar, pero nada. Y menos mal que en la empresa, todos los que estamos allí, somos como una familia. Pedí ayuda y me la dio mi jefe. Un adelanto para llevar el día a día lo menos mal posible. Y lo peor es que no sabemos en qué fecha llegará exactamente el ingreso", lamenta Elena Rodríguez, cocinera de hotel y afectada por un ERTE.

La incertidumbre, lo que se dice y se desdice por parte de las autoridades y el desequilibro entre gastos (muchos) e ingresos (nulos) empieza a pasar factura. Y los  afectados aguardan con inquietud que la situación no se prolongue, porque cuando se está al límite todos los días cuentan. "Esto fue mucho, de repente, ha sido un golpe muy duro para muchas familias. Cobrando tu nómina ibas tirando para aguantar el mes, sin pasarse mucho. Y mi hija tampoco ha podido conseguir en ninguna ayuda. Y esto no termina aquí... a ver cómo volvemos a la actividad", explica Rodríguez.

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Ella trabaja en un sector especialmente sensible a las restricciones. Algo que comparte con Santiago Díaz, empleado de hostelería, que desde finales de marzo está inmerso en un ERTE que todavía no ha cobrado. Todavía veinteañero, Díaz señala que "vivo solo y es un problema. Por un lado, gasto menos fuera de casa. Es cierto. Pero si ya tenía que estar con la calculadora, sin este ingreso, más todavía. Entre gastos en alquiler, los fijos de la casa y comida, lo ahorrado baja. ¿Si me veo cobrando en junio? Pues sería un palo. Tendría que pedir ayuda en casa y tampoco están sobrados". 

Díaz es consciente de que gestionar todo el volumen de expedientes no es tarea sencilla. "Puedo entender que fueron muchos expedientes en muy poco tiempo y con problemas de logística por seguridad en los propios funcionarios. Vale. Pero que no prometan lo que no puedan cumplir. Y que se den cuenta que las estructuras que hay montadas son ineficaz e incapaces. Por eso mismo no sé si cobraré algo en mayo. Y ese problema me lo como yo", lamenta el joven ourensano.

Esta es una de las grandes incógnitas de este proceso. La fecha prevista para el cobro era el 10 de mayo. Ante las quejas de muchos afectados, el Gobierno se comprometió a ingresar el dinero el día 3 tras un acuerdo con banca, con una semana de adelanto. Pero los datos de Trabajo tras cerrar la nómina de abril dejan pendiente el reconocimiento de un millón de prestaciones por ERTE a nivel nacional. Algo que no sorprende a los expertos. "Dijeron que se iban a pagar el 10 de mayo, pero la ministra viendo las circunstancias comentó que se iba a adelantar al día 3. Los profesionales creemos que no va a ser así. No a todo el mundo. No puedo poner la mano en el fuego, claro, pero no creo que todo el mundo pueda cobrar ni el 3 ni el 10 de mayo. Tendrán que esperar hasta junio", explica Julio Vila Castro, socio-director de la asesoría Vila Castro.

En permanente contacto con sus empleados, del Hotel Puente Romano, está Diego Ogando. Él, encargado, y 14 trabajadores se acogieron a un ERTE. Su preocupación llega por la situación de los que considera "mi familia". "Yo no sé el criterio que toman para la aprobación y el ingreso. Y eso me preocupa. Trabajadores que merecen la pena, se parten el alma y tienen necesidades, que se encuentren en la situación en la que están, me parte el alma. A mi como empresa me gustaría ayudarles mucho más, pero tampoco puedo hacerlo porque tampoco recibo yo ayudas desde otras vías. Lo único que proponen son los préstamos con intereses. Endeudarse aún más. Tendrían que ser los bancos los que ayudaran, como hicimos nosotros con ellos en su crisis. Pero ellos siempre ganan", señala.

Incluso aquellos profesionales que, dentro de lo malo, tienen una situación con menos apreturas, ponen de su parte."No me acogí a la opción del adelanto de la prestación que ofreció la Xunta precisamente porque entiendo que hay personas que tienen prioridad, que viven con situaciones personales más complicadas. Hay que ser conscientes de su situación y ayudarnos un poco entre todos", asegura Helenca Lens, que trabaja en la consultoría Forgaltalent, que también opto por un ERTE.

Es una espera eterna. Para muchos, excesivamente eterna. Los ingresos no llegan a la misma velocidad que los gastos. No es fácil de aguantar. Necesitan soluciones. Y rápido.

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