Abelardo Manuel Rodríguez López (n.1948) crea las obras en su casa-taller de Bouzas, parroquia de Garabás, de Maside al igual que la villa de Dacón en la que abrió los ojos. De este entorno y sus penumbrosas visiones se impregna, con intención, de fuerza telúrica, sentimiento que traslada a unas creaciones que muestra a cuentagotas, pues es su tercera exposición individual, la segunda en Ourense, tras la de la sala municipal de la rúa Lepanto hace tres años. Era esta un eco en clave individual desde la experiencia compartida en las mismas instalaciones con Marcelino Lago en 2010, propuesta “sin título” en las obras que reitera ahora en el CCMV de la Deputación provincial. Tras Ourense, Rodríguez López llevó su obra en la Casa de Galicia, Madrid, en 2012, un camino que era un escaparate.
Conocido desde su infancia por el apodo de Zeta, que adoptó como alias para el mundo artístico. Así nace Z haciendo de la necesidad virtud. Los rastros de aquella educación católica con el marchamo misional a la conversión, que exhiben aún muchas iglesias en cruces conmemorativas datadas en los cincuenta y sesenta, que coinciden su infancia y adolescencia han dejado su huella en las pinturas de Cristo en el Gólgota entre los dos ladrones, ya de día, ya de noche. Para ello es preciso subir por las ensortijadas escaleras de caracol, a la pared sobre el balcón de la galería de exposición, donde las confronta el artista con otras figurativas, y algunas abstractas, todas de formato pequeño, sugerentes composiciones todas. Es así como desde la temática religiosa, muestra que la figuración le acompaña desde que comienza a dibujar y pintar, y no le abandona en su formulación compositiva en alguna de las instalaciones de cuadro y silla con objetos. Muchas de sus obras simulan ser esculturas mas, livianas y ligeras en su peso, cuelgan de las paredes cual cuadros, que así deben tomarse, unos elaborados trampantojos de piedras de poliespán o corcho blanco. Realizadas con esmero, y animadas de colores a pincel, hablan de desarraigos y soledad, también derrotas. Mas, como recuerda en el catálogo Teresa Taboada, quien habló en la inauguración, el arte no es lo que se ve; el arte es la brecha, frase de Marcel Duchamp, el inventor de esta vertiente tan poderosa del arte moderno con algo del surrealista. Así las pictóricas composiciones escultóricas del Dau al set catalán desde 1948, grupo que comenzó a anteponer la libertad desde lo matérico, o el impacto de Millares y El Paso madrileño desde 1957, que lo nutren. Una magnífica aparición la de este outsider del arte.
E. MARTUL
La pintura de ocio y tiempo libre de Eduardo Vázquez Martul, natural de Ourense, otrora relevante especialista del servicio de Anatomía Patológica en el ChuaC coruñés, licenciado en 1971, Dr. en 1989, una autoridad en patología renal con unas noventa publicaciones científicas en revistas nacionales, otras veinte en extranjeras, y diversas aportaciones con capítulos en libros, presenta en esta su primera muestra, un elenco excesivo de pequeños óleos, actividad terapéutica que iniciada a fines de los años ochenta practica cada vez con más empeño, tras la jubilación. Son obras figurativas generalmente, siendo sus bodegones decantada propuesta en la sala municipal dedicada al gran poeta Valente.
