FIESTA

El fuego de los fachós volvió a reinar en las calles de Castro Caldelas

Más de medio millar de antorchas protagonizaron la tradicional fiesta, que incrementa año a año su potencial turístico

Un año más, Castro Caldelas convirtió la víspera de San Sebastián en fuego. El de los fachós, que marcaron el color, la luz y el ritmo de la tarde-noche de este domingo en este concello ourensano, que ha sabido recuperar y potenciar una de las fiestas más singulares de la provincia de Ourense. 

El reloj pasaba de las siete y cuarto de la tarde cuando arrancaba el fuego en el santuario de Nuestra Señora de los Remedios. El Gran Fachón –de más de 30 metros de longitud– protagonizó un desfile en  el que también iba el santo y más de quinientos fachós individuales, puestos a disposición del Concello para los participantes en la fiesta.  Del atrio de la iglesia, la procesión fue recorriendo todo el casco viejo de Castro Caldelas –completamente a oscuras a excepción del castillo–.  La Festa dos Fachós, camino de ser declarada de Interese Turístico por la Xunta –fue avalada hace un mes por el Consello Galego de Turismo–demostró un año más su potencial turístico al alza, reuniendo a centenares de personas a partir de una propuesta que remarca cómo "a maior innovación é continuar facendo a festa ao estilo tradicional", en palabras del gobierno de la socialista Sara Inés Vega –que estuvo  acompañada por, entre otros, el secretario xeral del PSdeG, Gonzalo Caballero, o la alcaldesa de Trives, Patricia Domínguez. 


Vertiente gastronómica


La fiesta en uno de los días grandes de Castro Caldelas arrancó a mediodía, con una actividad que recordaba el origen de esta celebración –una conjura popular contra la peste que se retrotrae en el tiempo al siglo XVIII–. Luego, protagonismo para las antorchas y, al terminar la  procesión, la fiesta continuó al calor de la hoguera–alimentada con los restos de los fachós– con una paparota popular. Esa gran chorizada, con embutido elaborado artesanalmente por productores locales, pan de horno de leña, vino de la Ribeira Sacra y de postre, cómo no, la bica de Castro Caldelas y la queimada. De la música se encargaron las charangas Terras do Bibei y Os Trabazos.

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