CRÓNICA

Faltan vecinos, sobran casas

BAÑOS DE MOLGAS (RÚA SAMUEL GONZÁLEZ MOVILLA). 02/10/2019. OURENSE. Reportaje sobre la despoblación que sufren algunos concellos de la provincia cuando llega el invierno. FOTO: ÓSCAR PINAL
photo_camera Una vecina de Baños de Molgas pasea por el pueblo, ayer por la tarde.
El verano se acaba dos veces en la mayoría de municipios ourensanos: una, cuando los visitantes bajan la persiana y vuelven a sus residencias habituales; otra, cuando termina la estación. "Aquí quedamos moi poucos".

El final del verano se traduce, en numerosos municipios ourensanos, como persianas bajadas, maleteros llenos y familiares y vecinos despidiéndose. Después, las aldeas vuelven a la rutina, en la que faltan niños, jóvenes, trabajo. "Como lle vou pedir as miñas fillan que se queden aquí, se non hai nada", señala Ángela Alonso, que vive en A Teixeira desde hace 23 años.

Su marido y ella están al frente de una pequeña tienda "na que hai de todo", que recibe el nombre de "o corte inglés" entre los lugareños. Alonso da cuenta de la actividad del pueblo en los meses estivales, pero asegura que, cada vez, son menos los visitantes. "A xente viña polos maiores, pero ao morrer os avós xa case non pisan a aldea, ou veñen dez días", señala. A Teixeira tiene varios bares, supermercado, banco –que abre una vez a la semana–, centro de salud. "O cemiterio non o temos aquí, está a 2 kilómetros e xa é doutro concello, non temos parroquia", dice Alonso. El médico, por el momento, está todo el año, menos en verano: "Vén só dúas horas, porque ten que estar tamén en Parada de Sil". 

BAÑOS DE MOLGAS

En el centro de A Teixeira, Merche Costas regenta el bar Museo do Viño desde el pasado mes de enero. Se vino de Vigo hace años, por amor, y le encantó lo que se encontró: "Yo aquí estoy feliz, en Vigo estaba deprimida, estresada. Aquí es un estrés relajado, la calidad de vida no tiene nada que ver". Su hija pequeña, que llegó con 14 meses al pueblo, también disfruta del estilo de vida. "Encantada, el bus la recoge en la puerta de casa para ir al colegio, viene, la puedo mandar a coger algo a casa sin miedo a que le pase nada... Es otro mundo", asegura. 

BAÑOS DE MOLGAS

Después de trabajar durante un tiempo como cuidadora de mayores, se le presentó la posibilidad de retomar la hostelería, y no dudó. Durante el verano, no faltó clientela –"Pusimos la terraza fuera, que si no no había sitio para todos"–, y ahora, se mantiene: "Vienen turistas, mucho jubilado, algunas parejas... Es otro tipo de visitante que en agosto". Eso sí, el número de vecinos que vienen a tomar el café se redujo notablemente: "Aquí nos quedamos 23". Costas anima a sus amigos a dejar la ciudad y apostar por el rural, pero asegura que hay que cambiar la mentalidad: "Te dicen 'es que ahí no hay centro comercial', pero digo yo que tú tampoco estás todo el día en el centro comercial". Manuel Vázquez, su marido, defiende que el rural necesita un impulso importante: "Hai que pensar que pouca xente se vai vir aquí se non hai traballo, que fas se non?".

BAÑOS DE MOLGAS

“Los chavales dan alegría"


En Baños de Molgas, la realidad es parecida. De verano a invierno, la población se reduce a más de la mitad: "En julio y agosto está todo lleno de chavales, que dan mucha alegría, aquí apenas hay jóvenes el resto del año". Paula Dasilva, vecino del municipio, señala las casas mientras dice: "En verán, todos abertos, agora, xa ves, coma moito veñen o fin de semana...". 

Julio Delgado acaba de mudarse a Molgas, después de hacer su vida en Vitoria: "Veníamos los veranos a ver a la familia claro, todos los años, pero yo tenía claro que cuando me jubilase me venía... La calidad de vida es otra". Delgado asegura que la realidad del rural dificulta el asentamiento de población: "Es que no tienes oportunidades laborales, parece que nadie te ayuda, la gente va a lo suyo...". Delgado está seguro de que, sin voluntad política, la situación no se revertirá: "La gente no entiende que si los jóvenes se marchan, el pueblo se muere".

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