Coronavirus

“Tres familiares en un velatorio son muy pocos, es algo muy duro"

Antonio García-Aliende, presidente del sector funerario. (Foto: José Paz)
photo_camera Antonio García-Aliende, presidente del sector funerario. (Foto: José Paz)
El presidente de la Asociación Provincial de Pompas Fúnebres de Ourense asegura que "los tanatorios y los cementerios, con medidas de seguridad, pueden aumentar su aforo".

La labor de acompañamiento de los profesionales de servicios funerarios ha pasado del papel secundario al principal desde el 14 de marzo, cuando entró en vigor el estado de alarma. La pandemia del coronavirus deja en la retina del sector imágenes muy dolorosas de fallecidos que reciben sepultura sin funeral y sin familiares presentes en el entierro. Las restricciones a tres personas para velar un cadáver y a cero si el fallecimiento es por coronavirus (las víctimas van directamente al panteón) han trastocado la rutina de estos profesionales en una tierra donde el culto a la muerte es sagrado.

El presidente de la Asociación provincial de Pompas Fúnebres, Antonio García-Aliende, ya habla de consecuencias psicológicas para un sector que ronda el centenar de empresas en la provincia, mayormente familiares. Ourense es de los territorios españoles con más funerarias. Pero antes, la reivindicación. Los funerarios piden que los tanatorios para velar a los muertos abran ya, limitando el aforo y con medidas de seguridad. El plan de desescalada contempla que, al igual que las iglesias, abran a partir del 11 de mayo. 

¿Las funerarias de la provincia están saturadas? 

Tanto como saturación no, estos últimos días hubo repunte de fallecimientos pero la cosa vuelve a estar estabilizada. 

“A este paso, volveremos antes a un bar que a despedir a un padre". Frase dura en declaraciones a La Región. ¿Cree que el 11 de mayo es tarde para abrir los tanatorios con mayor aforo?

Hay un criterio en el ambiente funerario que es que la despedida del ser querido es necesaria. La situación que se está dando para la familia es muy dura en estos momentos. El perder a tu padre, ya no digamos un hijo, que te lo metan en la caja que va prácticamente a la sepultura, es muy duro. Hay que tenerlo en cuenta para que, cuando se pueda, velar con el aforo limitado, que la familia más próxima puede acercarse. Con todas las condiciones y medidas de seguridad, por supuesto.

¿Tres personas como máximo para velar al difunto es, quizás, muy restrictivo?

Me parecen muy pocas tres personas en un cementerio y en un tanatorio. Se puede tener en cuenta el aforo del establecimiento, que tenga un porcentaje. Si antes era para 40 personas, no digo que vayan 40 a partir de ahora, pero tres personas exclusivamente… Es muy poco. Y en la despedida del cementerio, que no deja de ser un sitio abierto...Igual. Una persona de 80 y pico años, acompañado por un hijo solo, ¿si tiene cuatro hijos, que van dos? Es muy duro eso. En un sitio abierto como un cementerio, que no se abracen y que mantengan las distancias, y podrían ir los familiares. El tema de compadreo y de los abrazos, aunque cueste, hay que evitarlo. Eso lo tenemos claro.

Trabajan con la muerte. ¿Recuerdan una situación tan dura para el sector funerario como esta o similar? 

No. Algo como esto no había pasado. Nunca. Y no poder hacer el duelo rompe el esquema al que estamos acostumbrados. 

¿Cómo se prepara como profesional para ser el único acompañamente de la familia en estas circunstancias? Con las víctimas de coronavirus no se permite la presencia de familiares.

Protección, protección y protección. Ahora más. El contagio a un funerario no le va a venir por un fallecido, sino por la gente que está asistiendo al cementerio y va sin protección. No podemos andar dando la mano ni tocar, tenemos que tener eso claro.

¿La manera en la que damos el pésame va a cambiar para siempre tras esta crisis?

Las costumbres que tenemos no son de 15 días. El pésame no es una moda en nuestra tierra. Hay mucha diferencia del comportamiento en los actos fúnebres de Galicia a Castilla, por ejemplo. Es historia de una población. Hay temor, pero tengo confianza en que cuando se estabilice la situación, la gente va a seguir comportándose como se comportaba. No es una moda.

¿Cómo afecta el estado de alarma al negocio?

Al sector le afecta porque te sientes extraño, dejando aparte el tema económico. Te da la sensación de que falta algo en el servicio que estás prestando. La persona que pierde a un ser querido merece el mejor trato posible, te da la sensación de que no te comportas como es debido. Duele. 

¿Y a nivel económico? 

A nivel empresa habrá de todo. Se han prohibido los autocares, las esquelas… El entierro es un acto social, tú lo comunicas para que la gente venga. Si no van a poder venir… Es un bajón tremendo de negocio para muchos sectores.

¿Cómo van a ser los entierros que han quedado pendientes? Desde el Obispado plantearon la posibilidad de funerales comunes. ¿Lo ve viable?

Lo que querríamos saber es dónde y cómo vamos a meter todas las misas de funerales de dos meses atrasados. Esa gente va a querer ponerlas un sábado, también van a querer ponerlas un sábado los de los aniversarios… No sé, tendrá que decir algo la Iglesia.

Fallecidos de Madrid han sido trasladados a crematorios gallegos por la saturación en la capital. ¿Ourense ha tenido que cubrir esta demanda? 

No puedo garantizarlo, pero es cierto que se están empleando hornos de otras provincias para hacer incineraciones fuera de Madrid.

¿Qué es lo más duro para los profesionales funerarios?

Ver la situación en la que se ve la familia. Te involucran. Este es un trabajo en el cual tienes que tener una capacidad de no meterte en la piel de los demás, porque sino sería una vida de estar todos los días teniendo tú un fallecido. Hay que ser aséptico. Pero hay momentos en los que te sientes muy mal.

¿Traerá consecuencias psicológicas en su sector?

Me imagino que sí. He tenido compañeros que han fallecido estos días, estoy en una edad importante y veo a las mujeres y maridos amigos y los veo fuera de contexto y pasándolo muy mal. Te involucra.

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