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El feísmo en la ciudad se cuelga al sol, con pinzas y en el balcón

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photo_camera Algunas viviendas de la ciudad con la ropa colgada.

Colgar la ropa en "tenderetes" situados en los balcones, ventanas exteriores e, incluso, barandillas, es una estampa habitual en varios edificios de la ciudad. El resultado, que va contra las normas, no deja indiferente a los paseantes.

Tender la ropa, de un modo visible, en los balcones y ventanas exteriores es una práctica habitual en muchos edificios de la ciudad. De camino al centro, puede observarse cómo aprovechando los rayitos de sol, son numerosos los vecinos que sacan sus prendas al exterior para que se sequen. Indiferentes, según parece, al malestar que causa a paseantes tener a la vista sus vestimentas, ropas de cama y toallas.

 Ajenos también al hecho de que con sus actos contribuyen a una de las representaciones del "feísmo". Un debate del que se hacía eco hace unos días un lector de La Región que envió a la sección Cronista Local una instántanea en la que podía verse la ropa tendida en varios de los balcones del edificio situado al final de Marcelo Macías haciendo uso de diversos "tenderetes", que van desde tendales extensibles de pared hasta tendederos con un amplio abanico de formas. 

La rúa Doctor Marañón es otra que no vive exenta a esta realidad, a pesar de su proximidad a la Praza Maior. "No se entiende, es algo horroroso y de muy mal gusto", apunta Carmen Pombo que pasea por la zona. "No hay por qué secar los trapitos fuera, hay sitios para colocarla dentro de casa.

"Por aquí, por ejemplo, todo el mundo tiene calefacción y la dejas de un día para otro dentro, en una habitación o en el salón, y ya está", añade. La acompaña María José Conde, que concuerda ella: "Se trata de un espectáculo muy desagradable para la gente. Yo comprendo que la ropa hay que secarla, pero la mayoría de la gente ya tiene secadoras y el que no, puede colgarla dentro en cualquier lado, incluso en un servicio pequeño que tengas anexo". Ambas coinciden en apuntar "lo bonito que sería poner unas flores" en su lugar. 

A Rosa María Álvarez tampoco le gusta, "por la apariencia de dejadez que conlleva". Además, "¿no está prohibido?", se cuestiona. Al margen de las ordenanzas del Concello que refieren este asunto, el decreto 262/2007 de la Consellería de Vivienda de la Xunta obliga directamente a que los tendederos exteriores sean cubiertos.

Sin embargo, a pesar de lo antiestético del resultado, para algunos puede que sea un mal "necesario". "Bien no me parece, la verdad, pero ¿el que no tenga otra opción qué va a hacer para secar la ropa? Hay gente que no tiene patio de luces y puede que tampoco secadora", destaca Paco Martínez. "En los barrios nuevos ya no suele pasar eso porque al hacer edificios ya se suele pensar en este aspecto, pero en los barrios viejos sí que es común encontrarse con esto", añade. 

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