La fiscal elude a la muerte brutal planificada en el seno familiar

Tanto la fiscal como las dos acusaciones particulares personadas -la que ejerce el exmarido de la hija y el hermano de la víctima- pidieron contundencia al jurado para castigar el 'brutal' crimen de un hombre que no se esperaba a un sicario cuando el 11 de septiembre regresaba de un viaje a Samil (Vigo) y, tras aparcar el vehículo en la nave de Autocares Guerra, fue atacado sorpresivamente con una barra de hierro (la autopsia reveló hasta 21 traumatismos, la mayor parte en la cabeza).

Las acusaciones dan plena verosimilitud a la primera confesión de Alberto Vázquez, ratificada en el juicio, en la que incriminó a su expareja y la madre de esta última, no así a la versión de que sólo pretendía darle un susto. 'El acusado mantenía buenas relaciones con ellas y no tenía sentido meterlas en el ajo sin más porque no sacaban nada con ello',aseguró el letrado que representa al marido (en nombre de los dos hijos que son menores de edad).

Cartas
Las cartas posteriores escritas en prisión de Pereiro en las que Vázquez se autoinculpa en solitario fueron, según la fiscal, inducidas por las dos procesadas, quien también aludió al carácter voluble del exnovio.

Los inculpados se enfrentan a peticiones de pena que van desde los 17 años de cárcel (la petición para Alberto Vázquez) a los 25 (los años reclamados para Ilidio Magalhaes) por un delito de asesinato. Para ello hacen valer las agravantes del precio, el ensañamiento (derivado de los numerosos golpes) y la alevosía (la nula posibilidad de defensa de la víctima). A la esposa e hija les piden 20 años de cárcel aplicándoles la agravante de parentesco al delito de asesinato.

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