El hombre, que murió en la residencia, nombró herederos a las ‘personas o entidades’ que lo cuidaran

La Fundación San Rosendo y la familia de un fallecido en Os Gozos se disputan su herencia

 El geriátrico de Os Gozos, en el que el anciano pasó sus últimos días.
La Fundación San Rosendo y la familia de un anciano que falleció en el geriátrico de Os Gozos, donde ingresó por recomendación médica, se disputan su herencia. La Fundación llevó su testamento al Juzgado para que decida quién debe heredar.
Las tres sobrinas de José María Rodríguez, que falleció el pasado 6 de noviembre a los 86 años en el geriátrico de Os Gozos, y la Fundación San Rosendo se disputan su herencia. Las sobrinas figuran como herederas directas a partes iguales en el testamento que el fallecido redactó ante notario el 20 de septiembre de 2004, aunque una cláusula del mismo, en previsión de que éstas pudieran haberle desatendido, especificaba que en este caso heredarían ‘las personas o entidades’ que se hubieran encargado de su cuidado en sus últimos días.

La Fundación San Rosendo, que gestiona el geriátrico en el que el fallecido pasó sus últimos días, reclamó su condición de heredero ante la Justicia al considerar que -en virtud de la cláusula- le pertenecen sus bienes. ‘Lo único que hizo la Fundación fue presentar el testamento en el Juzgado para que éste decida quiénes son los legítimos herederos’, señalaron ayer desde la institución. Esta decisión sorprendió a las sobrinas de José María Rodríguez, que se encontraron que las cuentas bancarias en las que figuraba el fallecido habían sido bloqueadas por orden judicial.

El hombre falleció en la residencia de Os Gozos y sus res ponsables consideran que fue allí donde se le atendió en los últimos días. Esta postura no es compartida por sus sobrinas. ‘Le prestamos todos los cuidados que necesitó. Sólo estuvo en el geriátrico 40 días y lo ingresamos por recomendación médica. Tal y como estaba no lo podíamos tener en casa’, explica una de sus sobrinas, Concepción Grande, recordando que ‘todos los días lo íbamos a visitar, cuando se murió estabamos a su lado y no dejamos de cuidarlo ni un solo minuto’, añade.

Las tres sobrinas pagaban 1.019 euros cada mes por la estancia de su tío en el geriátrico. ‘Cumplimos todas las normas que hay en las instalaciones, incluida la de hacernos cargo de él en una ocasión que se encontró muy mal y tuvo que ser ingresado en el CHOU’, añadió Concepción Grande.


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